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1-1: Puntazo en Nervión

El Pucela, tras ponerse con 0-1, quedarse con 10 por expulsión de Borja y encajar un tanto de penalti de Luis Fabiano en el descuento de una gran primera parte, aguantó el empate

Empatar en el Sánchez Pizjuán con 10 jugadores durante toda la segunda parte debe tener una lectura muy positiva. A partir de ahí, el análisis de lo sucedido tiene mucha miga porque el partido entre el Sevilla y el Real Valladolid fue de todo menos soso.

Un resumen rápido del encuentro pasa por subrayar que el Real Valladolid cuajó una gran primera parte hasta desdibujar completamente a un gran rival. Que un equipo como el Sevilla no sea capaz de crear peligro alguno al Pucela durante 45 minutos sólo refleja un gran trabajo del equipo de Mendilibar, que volvió a mover el banquillo para afrontar este partido.

En esta primera parte, el Pucela fue el dueño y señor del partido, teniendo la posesión de la pelota más que el Sevilla y jugando durante muchos minutos en el campo local, bien es cierto que sin crear gran peligro ante Palop hasta que Manucho perforó su portería con un testarazo impresionante en el minuto 34, tras un gran centro de Diego Costa. Después llegaría la expulsión de Borja en el minuto 39, totalmente injusta, y, en el descuento de esta primera parte, un claro penalti de Marcos que transformó en el 1-1 que al final ya no se movió.

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Fotografía (Efe): Negredo felicita a Luis Fabiano tras transformar el penalti que le dio el empate al Sevilla, mientras Justo Villar, que estuvo a punto de detener el lanzamiento del brasileño, se lamenta.

En la segunda mitad, el Real Valladolid se defendió como gato panza arriba ante un Sevilla bastante opaco, pero que tiene tanto potencial ofensivo que acabó creando cuatro ocasiones clarísimas de gol ante Justo Villar. Que el Sevilla no acertara a marcar ninguna de ellas entra dentro de lo paranormal, pero entre el desacierto de Luis Fabiano, Perotti y Koné, por partida doble, y la buena actuación de Justo Villar ante el delantero africano, al que ganó la partido en la suerte del mano a mano, el empate no se movió.

Pese a emplear toda su energía en defender, hay que destacar que el Real Valladolid tuvo sus ocasiones también en esta segunda parte para haber marcado un segundo gol que, vista la puntería del Sevilla, sólo capaz de marcar de penalti, le hubiera dado los tres puntos que mereció en una primera parte soberbia.

De hecho, la primera ocasión de esta segunda parte estuvo en los pies de Canobbio, que en una falta directa salvó la barrera, pero el balón se fue fuera por centímetros con Palop desviando la pelota con su mirada y sus rezos porque el envío era letal, imposible para portero alguno. Y en el minuto 66, poco después de que el Sevilla creara su primera gran ocasión del partido con un cabezazo fuera de Luis Fabiano que el brasileño no suele fallar, Pelé se inventó un pase genial a Nauzet, que no tuvo la suficiente velocidad para dejar atrás a Dragutinovic y permitió que el balcánico tapara el lanzamiento y la ocasión se esfumara.

Finalmente, en el minuto 94, en balonmano a reloj parado, Pelé lanzó una falta directa con malicia que se le fue a centímetros de la escuadra.

Otra revolución
Hecho el resumen, merece la pena detenerse en un par de detalles. El primero, que Mendilibar volvió a revolucionar el equipo. Movió la defensa, donde volvió Nivaldo por Baraja, y movió el centro del campo con un cambio de gran calado porque sacrificó a Nauzet, hasta ahora indiscutible en la banda derecha, para dar esa zona a Borja y meter a Pelé en el doble pivote para ayudar a Álvaro Rubio. Canobbio siguió en la banda izquierda y Diego Costa y Manucho claramente arriba.

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Fotografía (Efe): Pelé, en pugna con Navas, fue la gran novedad en la alineación blanquivioleta.

Si el juego del Real Valladolid hay que interpretarlo en función del movimiento táctico y de protagonistas que introdujo Mendilibar, el acierto fue pleno. Borja cuajó un gran partido ante su expulsión y ayudó mucho a Barragán para, entre los dos, secar a un jugador de dibujos animados como Perotti, y Pelé ayudó a Álvaro Rubio en el trabajo y en la salida del balón hasta ganar por completo el centro del campo en esa primera parte en la que hubo igualdad de condiciones para el equipo.

La guinda del pastel fue Manucho, que además de pegarse con la defensa y ayudar a un Diego Costa que ve en el senegalés a un colega del alma, metió un golazo de bandera, de auténtico "9" para demostrar que también tiene remate, al menos con la cabeza, pues su testarazo fue antológico, precisamente tras un centro del brasileño, que en el minuto 6 vio una tarjeta amarilla increíble por simular penalti cuando ya se había ido de Sergio Sánchez y podía poner contra las cuerdas a Palop. Por supuesto, Costa volvió a ser el mejor, pese a que su juego físico se vio mediatizado por esa tempranera tarjeta y alguna provocación sevillista a la que no entró.

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Fotografía (marca.com): Manucho se lanza en plancha para marcar su segundo gol en la Liga.

Expulsión injusta
Y segundo detalle, importantísimo para el partido: Pérez Burrull condicionó totalmente el partido con una expulsión injusta. Borja trató de parar un contraataque y zancadilleó a Perotti en el campo del Sevilla, a la altura del banquillo local, a un kilómetro de Justo Villar. ¿Por qué le expulsó? Pues por "dar una patada a un jugador contrario, al llegar tarde a disputar el balón y cuando ya no tenía posibilidades de jugarlo, derribándole. El jugador (Perotti) no necesitó asistencia médica", reza el acta arbitral.

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Fotografía (Efe): Borja, expulsado, observa el final de la primera parte con cara de circunstancias.

La realidad es que al colegiado midió mal lo que había sucedido en el campo, no en el acta. La "espectacularidad" de la acción, la presión de la grada y, sobre todo, el hecho de que fuera al lado del banquillo del Sevilla, que metió toda la presión al colegiado, pesó más en el castigo que la fría lectura de lo sucedido: una falta táctica para contar un contraataque, sin ningún ánimo de hacer daño.

En la segunda mitad tuvo ocasión de poner el mismo rasero en una falta patada de Jesús Navas a Marcos fruto de la impotencia, también sin posibilidad de jugar al balón, pero la acción, en el minuto 51, se quedó en una amarilla... Como pudo expulsar a Nivaldo en el minuto 69 cuando cazó a Negredo cuando ya tenía una tarjeta por obstaculizar a Palop en un saque de puerta. A Pérez Burrull le pareció excesiva la carga contra el Real Valladolid y pasó por alto la entrada.

El castigo a Borja fue desproporcionado a todas luces y condicionó totalmente el partido. Once contra once podría haber pasado de todo, que no hubiera habido penalti y que el Real Valladolid hubiera seguido dominando al Sevilla o todo lo contrario. Ya nunca lo sabremos.

Fotografía de portada (Efe): Borja, que estaba cuajando un gran partido hasta que Pérez Burrul lo expulsó, en pugna con Perotti, con la ayuda de Pelé. Fotografía superior (Efe): Justo Villar estuvo muy seguro en el Sánchez Pizjuán.