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Afición

Héroes blanquivioletas: profesionales sanitarios

Apuntaba Jorge Drexler, músico uruguayo residente en Madrid y, entre otros méritos, ganador del Oscar a Mejor Canción Original en 2004, que durante esta crisis sanitaria estamos entendiendo quiénes son los héroes de nuestra sociedad. De manera conjunta nos hemos alejado de esa visión de la mitología clásica, también de la narrativa bélica, para darnos de bruces con una realidad incontestable: héroes y heroínas son personas anónimas quienes con su trabajo constante, rutinario, nos salvan a todos. Y desde el Real Valladolid queremos sumarnos al reconocimiento a todas esas personas a través de esta serie de artículos que tiene a abonados del Club como protagonistas.

En este primer episodio nuestro aplauso va para Lorena Guerra Claus. Esta enfermera trabaja en el hospital Clínico Universitario de Valladolid, primera línea para hacer frente al Coronavirus. El personal sanitario es uno de los colectivos más expuestos a la enfermedad y que, de forma abnegada, se esfuerza para que la cifra de muertos crezca de la forma más lenta posible mientras que la de curados se dispare. Miedo e incertidumbre son dos palabras que repite a lo largo de la conversación, pero también orgullo por su oficio, gratitud por cómo la sociedad se ha volcado en esos aplausos diarios y el buen ánimo necesario para hacer frente a un escenario como este.

"Nunca sabes cómo va a acabar el turno, en qué momento te puedes contagiar. Es un enfermedad que no sabes por dónde va a salir, cada día es una cosa nueva" relata la enfermera, que pone en valor el "entusiasmo" con el que acude a su puesto. "Intento ir con buen ánimo, me gusta hacer mi trabajo. Vamos con muchas ganas porque necesitas estar al pie del cañón, no de brazos cruzados" explica ella, que resalta el sentido de equipo que impera en su oficio, un grupo humano que se encuentra "con ese toque de miedo, de estar a la defensiva, en frío dudas" pero que "cuando hay que ir a la batalla vamos todas, nos tiramos de cabeza todos a una y eso pasa siempre". 

En este punto, para mantener esa moral, la abonada blanquivioleta -desde hace más de diez años- reconoce que los aplausos que todo el país emite a las 20 horas desde sus ventanas "es un subidón de adrenalina que te hace sentirte más orgullosa del trabajo". Pero comparte ese reconocimiento con "todo el mundo, los que trabajan en limpieza, alimentación, policía, ejército y también los que están confinados... Es difícil con niños, hay personas que viven solas... Ese aplauso es para todos porque entre todos lo estamos consiguiendo".

Una rutina y un ritual
Nos hemos adaptado a la situación. Y ya nos es familiar ver a las pocas personas en la calle con guantes o mascarillas, ver en el supermercado las precauciones que todos tomamos, y seguir unos protocolos de higiene que hemos interiorizado. Pero, ¿cómo es esa rutina para un sanitario?

Entramos en casa de Lorena, de manera figurada. Ella vive con su marido y, al abrir la puerta, nos encontraríamos su calzado y su abrigo, siempre los mismos. "Cuando llego (de trabajar) lo primero es quitarme los zapatos, ir directa a la cocina, quitarme la ropa, meterla en la lavadora, y directa a la ducha" ordena, e insiste en la limpieza ya que "luego lavo la ducha con lejía".

Esa es su rutina de vuelta al hogar. Pero lo cierto es que el personal sanitario tiene también un ritual imprescindible para, en la medida de lo posible, evitar al virus. El ponerse y, especialmente, quitarse los equipos de protección supone un paso elemental en su protección, pero no se trata de una tarea fácil y además cuentan con el hándicap de lo que supone llevar uno de esos puesto durante los turnos, que se han ampliado a las 12 horas en muchos casos con la finalidad, una de ellas, de que estos trajes puedan durar algo más ante la escasez de material.

"De momento, por lo que he oído, vamos bien (en relación al material disponible en el Clínico) pero si va en aumento afectará más. Los equipos de protección hay que cambiarlos y lleva un ritual para que tú no te toques. Te pones gorro, mascarilla, una bata impermeable con la que pasas un calor horroroso, luego doble guante. Te lo tienes que quitar de tal modo que lo de fuera no te toque a ti, es bastante complicado e incluso hay gente que supervisa cómo te estás poniendo el traje, por si tienes un fallo. Lo único que quieres es deshacerte de ello, pero tiene su ritual" comparte Lorena, quien también llama a la concienciación e insiste, de cara a la población general, en que el uso de mascarilla y guante no te hace inmune y hay que mantener las recomendaciones de higiene de manos y de no tocarse la cara.

La situación en Valladolid
Los últimos datos, a sábado 4 de abril, apuntan que en la provincia de Valladolid hay ahora mismo 1.352 casos confirmados y han fallecido ya 125 personas. El escenario cambia rápidamente, y las palabras de Lorena Guerra reflejan la situación que se vivía el domingo pasado, cuando se produjo la entrevista. Lo que no pierde validez es el hecho de que aquí, en nuestra ciudad, en nuestra región, "tenemos el espejo de Madrid y hay algo más de previsión, pero no es tanto como el boom de encontrarte con casos y no saber que hacer".

El hecho de que a Castilla y León el virus haya tardado algo más en llegar ha permitido que el personal sanitario y la organización de hospitales y centros de salud haya podido ser algo mejor. En el Clínico se contabilizan en estos momentos 248 hospitalizados en planta y 52 en UCI, mientras que en el Río Hortega son 157 y 51 respectivamente, con el hospital de campaña establecido en la Feria de Muestras en funcionamiento desde el jueves; la buena noticia es que son 417 personas las dadas de alta entre los dos hospitales. Además, particulares y empresas respondieron al llamamiento inicial para que el servicio de salud pueda recolectar material sanitario, lo que Guerra agradece: "La gente hace todo lo que puede y se ha volcado".

A pesar de ello, la situación es dura. A la enfermedad la acompaña en este caso el aislamiento, algo contra lo que también el personal sanitario busca enfrentarse. "Es horroroso estar solo" asiente con rotundidad Lorena, quien explica que hay iniciativas, por parte de enfermeras también, para "trasladar mensajes entre familiares y pacientes o recibir cartas anónimas de ánimo para dar fuerza a los pacientes". 

Una soledad que es más acuciante en las unidades de aislamiento ya que los enfermos están "encerrados entre cuatro paredes y el personal sanitario entra vestido con un buzo y guardando distancia de seguridad, no se nos ven prácticamente las caras y eso hace que sea un poco más frío".

Vuelta a la normalidad
En estos días que se mimetizan, en los cuales las horas pasan iguales las unas y las otras sin importar demasiado que sea lunes o domingo, el personal sanitario también imagina, como todos, cómo será la vuelta a la normalidad, a pesar de que la vorágine del día a día come gran parte de su tiempo.

"Llevamos una rutina que parece que es normal, que va a durar siempre, pero lo piensas y echas de menos salir a la calle, a donde te apetezca. Volver al Estadio José Zorrilla lo pienso muchas veces, allí me siento con mucha gente de mi familia, con conocidos, y tengo ganas de estar con ellos y compartir el rato viviendo el fútbol" anhela Lorena. Sin embargo, en su opinión, considera de que la curva aún "va a seguir subiendo un poquito, pero con la esperanza de que no se dispare de manera brutal".

Y es que, aunque la profesión va por dentro, como ella dice, e "intentas estar tranquilo de cara a la familia y los pacientes porque sabes que hay gente que está mucho peor", en la cabeza de todos está el recuperar lo que hace un mes nos parecía, quizá, monotonía de ir a nuestro trabajo o nuestro centro de estudios; pero que ahora, tras tres semanas confinados en casa, deseamos volver a disfrutar. Para ello, para para este virus, tenemos a nuestros héroes y heroínas, quienes cuentan con la ayuda de todos nosotros para permanecer en nuestras casas y hacer que, cuanto antes, esto tan anómalo que vivimos quede atrás.

  Lorena, enfermera en el Clínico