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1-1: El Pucela, asustagigantes

El Real Valladolid, tal y como sucediera ante el Real Madrid, también plantó cara al F.C. Barcelona, pero no pudo retener la victoria

El triunfo que suponga el punto de inflexión en su trayectoria descendente en la tabla se le sigue resistiendo al Real Valladolid. Ante el F.C. Barcelona paladeó los tres puntos, pero el dulce sabor de la victoria no pasó de los labios.

A estas alturas del campeonato, al Real Valladolid ya se le puede otorgar el título de "asustagigantes"; no los mata, que a fin de cuentas es lo único importante, pero sí les mete el miedo en el cuerpo. Al Valencia le tuvo contra las cuerdas y perdió; al Real Madrid lo tuvo grogui y empató; y al Barcelona, esta noche, lo tuteó en largas fases del encuentro, pero el botín volvió a ser escaso.

Parece que ante los grandes el Real Valladolid se mete de lleno en su papel: lucha, trabaja, presiona, se pega como una lapa al rival y le incomoda la vida; incluso, por qué no decirlo, por momentos se gusta y es capaz de mover el balón con calidad y verticalidad, poniendo en mil problemas a zagas poderosas y porteros galácticos como Casillas y Víctor Valdés. Pero la victoria no llega y el consuelo de la buena imagen, cuando se está en la zona roja, no acaba de reconfortar.

Por supuesto, el Real Valladolid también sufrió ante el Barcelona porque la calidad de los azulgrana es tal que sin estar nada fino es capaz de generar cinco ocasiones de gol. Ronaldinho tuvo una y la enchufó. Por suerte para sus rivales, el brasileño no está y Messi, al que siempre se espera, esta vez no llegó. Bojan que, como dirían los especialistas de boxeo, es otro prospecto de "crack", se dejó ver y mostró su tarjeta de visita con un latigazo al larguero. Por lo demás, el Barcelona dejó destellos de su clase con alguna pared de tiralíneas, algún pase inverosímil y alguna escapada eléctrica. Poco para el extenso y variado repertorio azulgrana.

El Real Valladolid leyó bien el partido, pero la nota se quedó en notable. Si hubiera atinado en un par de ocasiones que tuvo en la recta final del encuentro ahora estaríamos hablando de matrícula de honor y partidazo blanquivioleta. Pero como los toreros que fallan con la espada, la afición le otorgó una oreja y merecida vuelta al ruedo por una faena valiente y con destellos de arte. La salida a hombros queda para otra noche.

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En la primera mitad, el equipo vallisoletano puso un ritmo elevado al encuentro y el Barcelona no le pudo seguir. Quien más tiró del carro blanquivioleta fue Sesma. Su actuación fue una pesadilla para la zaga azulgrana, como lo fue para la de Osasuna el pasado domingo, sólo que esta vez no pudo poner la guinda del gol, aunque se fabricó varias ocasiones para ello. Pero si no anotó -no por sus deméritos, sino por la labor de Víctor Valdés, un portero deslumbrante-, al menos sí atinó a poner un pase de gol que Llorente mandó a la red en el minuto 15.

Tras el gol, el Real Valladolid se vio obligado a dar un paso atrás en el campo y se aprestó a capear el temporal que se le venía encima. No se puede poner en el debe blanquivioleta que tuviera que defender. No hay equipo en el mundo que pueda hacer mucho más cuando el Barcelona empieza a mover el balón. No obstante, el Real Valladolid siguió corriendo con fe y la circulación azulgrana fue espesa. Pero no hay cerrojo que se resista a jugadores clarividentes. Contra el Real Madrid fue Guti el que vio el hueco; esta noche el arquitecto que fabricó el empate fue Xavi. El artista del pase levantó la cabeza, vio el desmarque de Ronaldinho por la derecha, le puso el balón, y el brasileño definió sin titubear. Ronaldinho no está para fabricar, pero sí se la dan hecha, la aprovecha.

El gol azulgrana, en el minuto 42, fue un duro castigo para un Real Valladolid que mereció retirarse con esa ventaja al descanso. Tras el intermedio, el Barcelona se fue a por el partido y, por momentos, su ataque sembró el pánico. Cada triangulación al borde del área parecía que iba a acabar en un pase que dejaría a un culé delante de Alberto. Pero no. Al final, ese último servicio siempre se fue al limbo. Incluso cuando Bojan disparó al palo y tres jugadores del Barça estaban con la caña para remachar.

El envío de Bojan a la madera al cuarto de hora de la segunda parte dio paso a una nueva y preciosa fase. Poco a poco el Barcelona se fue desinflando y el Real Valladolid se vino arriba. Vio a su enemigo tocado y entonces se fue a por el partido con una valentía plausible. Por momentos, tuvo el Barcelona muy tocado, pero le faltó el golpe que lo enviara a la lona. Tan justo vio a su enemigo, que en los últimos minutos se lanzó en tromba a por el partido, concediendo contraataques que le pudieron costar ceder el punto sumado. El Barcelona también le pudo tumbar, pero en esa recta final del partido olía a gesta.

Cuando el árbitro dio por concluido el duelo, en Zorrilla volvió a quedar, una vez más, ese regusto agridulce, de la satisfacción por el buen papel del equipo vallisoletano, pero de la decepción por la sensación de que se había estado muy cerca de ganar a un grande. Más allá del punto, para el Real Valladolid queda la sensación de salir reforzado en su moral y con la convicción de que un equipo que es capaz de tutear al Real Madrid y al Barcelona como lo ha hecho, no puede bajar.

Fotografías de Juan Carlos Maceras.