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7-0: La pegada del Real Madrid tritura la valentía del Real Valladolid

El Pucela tuteó al equipo de Schuster durante la primera media hora, pero los madridistas demolieron la defensa blanquivioleta con cinco goles antes del descanso

El Real Madrid hizo trizas al Real Valladolid con una pegada descomunal. Entre Guti -tres asistencias y dos goles-, Raúl -dos goles-, Robben -dos asistencias y un gol- y Baptista -un gol y un penalti cometido sobre él-, demolieron a cañonazos el sistema defensivo del Real Valladolid.

La eficacia del Real Madrid fue tal que elaboró ocho ocasiones de gol y marcó siete goles. La otra, se saldó con un paradón de Sergio Asenjo, que esta tarde probó la hiel del fútbol. De ocho, siete. Increíble, pero cierto.

Con dejar constancia de que el Real Madrid tuvo su día y que el Real Valladolid pagó los platos rotos sería suficiente para resumir lo sucedido. El equipo blanquivioleta jugó de la manera que le ha llevado a ser lo que es. Fue fiel a su estilo. Dio la cara y se la partieron sin contemplaciones.

De cobardes nunca se ha escrito nada y Mendiliblar y sus hombres salieron al Bernabéu a jugar como siempre, con descaro, con valentía, adelantando mucho su defensa para arriesgar en el robo de balón y crear peligro al rival. Se puede perder 7-0 jugando así o se puede caer 7-2, como el año del descenso en Chamartín, con la táctica del murciélago. El resultado final es el mismo, pero para los aficionados que se sienten orgullosos de su equipo porque no especula y se deja la vida en el campo, gane o pierda, seguro que no lo es.

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El Real Valladolid salió al Bernabéu a ganar. Salió a por el Madrid y lo encerró en su campo. En el minuto 17 el reparto del balón era vergonzante para el Real Madrid: 61% para los visitantes; 39% para los locales. En esos minutos el equipo vallisoletano fue capaz de generar cuatro ocasiones de gol; el Real Madrid sólo una, pero la metió. Cuestión de centímetros. Siempre por centímetros, el Real Madrid salvaba una y otra vez la defensa adelantada del Valladolid.

Carrusel de goles
El gol de Baptista en el minuto 7 no hizo daño al Real Valladolid, que siguió jugando bien hasta la media hora de juego. Después llegó el 2-0 en el minuto 31; el 3-0 en el minuto 33; y el 4-0 en el 38. En un abrir y cerrar de ojos el partido se había acabado. La excelente impresión del Real Valladolid en el primer tercio del encuentro no había valido para nada. Al descanso, 5-0.

La segunda parte, por supuesto, no tuvo historia. Los vallisoletanos bastante tuvieron con aguantar el tipo y encajar sólo dos goles más (Robben en el 62 y Drenthe en el 80). En estos segundos 45 minutos también tuvieron ocasión de marcar (la defensa sacó dos disparos con Casillas batido, Vivar mandó el balón al larguero y Borja disparó lamiendo el palo), pero, por supuesto, no dejó de ser una anécdota.

Todos los goles, menos el 6-0 que logró Guti en un churro de disparo que acabó con el balón en la escuadra, tuvieron la misma factura: un madridista, sin un marcaje encima, levanta la cabeza, mete un balón a la espalda de la defensa y fusila a Sergio. El 4-0 fue de penalti, pero su origen estuvo en la maldita jugada. Esa fue la cruz del Valladolid. Jugadores como Guti con dos segundos para pensar, fabrican una ocasión de gol. Y ahí el Madrid no perdona, porque atesora mucha calidad en sus filas.

Lo realmente importante es que las dudas no lleguen al equipo. El Real Valladolid tiene una forma de jugar y tiene que llevarla hasta las últimas consecuencias. No hay espacio a la duda. El Real Valladolid tiene que creer en sí mismo, con el convencimiento de que su estilo le llevará al éxito aunque, como esta tarde, encuentre piedras en el camino. Quizá lleguen críticas, pero debe tener fe.