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Primer Equipo

¡Qué tarde la de aquel día!

Emilio Amavisca recuerda el partido de vuelta de la promoción contra el Toledo en el que, gracias al 4-0, el Real Valladolid se mantuvo en Primera

Las despedidas siempre son duras, pero a veces también pueden ser bonitas. De hecho, la de Emilio Amavisca en el Real Valladolid fue así, con una gran victoria y dos goles suyos en su último partido que sirvió para dejar en primera al Pucela, donde empezó a hacerse un hueco en el mundo del fútbol.

Ese día, el 29 de mayo de 1994, el conjunto blanquivioleta disputó en el Estadio José Zorrilla la vuelta de la promoción para mantenerse en Primera. Lo hizo con cierto temor, después de caer en la ida (1-0) contra el Toledo. “Nadie esperábamos el 1-0. Había que remontar. El equipo salió muy mentalizado y con ganas de sacar a relucir que eramos los de Primera. El público estuvo muy bien, como casi siempre esa temporada”, recuerda.

En aquel partido, Pepe Moré, que acabó la temporada como entrenador blanquivioleta, alineó a Lozano, Najdoski, Iván Rocha, Juli, Cuaresma, Amavisca, Gracia, Chuchi Macón, Miguelo, Alberto (Castillo, min. 79) y Brandão (Correa, min. 46). Para el cántabro fue “un día redondo” porque el Pucela logró su objetivo gracias al 4-0, precisamente con un doblete suyo, un gol de Chuchi Macón y otro de Juli. Sus tantos llegaron en el tramo final y supusieron el tercero y el cuarto, lo que sirvieron “para que en los últimos minutos no hubiera nervios”. Pero Amavisca, que por aquel entonces tenía 22 años, restó importancia a sus dianas. “Lo mejor es que el objetivo estaba cumplido después de lo que habíamos sufrido en la temporada. Fue una gran alegría”, asegura 26 años después.

El atacante se despidió así del Club y de Zorrilla, pero afirma que en ese momento no lo tuvo en la cabeza. “No piensas en que te vas a ir. Piensas en que has cumplido el objetivo que perseguías durante todo el año”, comenta. Eso sí, admite que la permanencia supuso un gran alivio para él: “Dije ‘me voy, pero lo dejo -al equipo- donde lo cogí, en Primera’”.

Se marchó al Real Madrid para continuar con una carrera en la que siguió logrando éxitos, tanto en el conjunto capitalino como en el Deportivo de La Coruña, donde precisamente coincidió con Sergio González. Incluso llegó a ser internacional con la selección española, pero en su corazón y en su recuerdo siempre estará el Real Valladolid: “Fue el equipo que me dio la posibilidad de hacerme un nombre, de jugar en Primera y, por supuesto, le estaré agradecido siempre”.

Camino blanquivioleta
Nacido en Laredo, llegó al Club blanquivioleta con 18 años para jugar en el Promesas, donde permaneció dos años en los que alternó su presencia entre primer y segundo equipo. En su tercera campaña lejos de su tierra fue cedido al Lleida, un movimiento clave en su carrera, ya que comenzó a destacar en Segunda y logró la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Barcelona 1992.

Pasado ese dulce momento, regresó al Real Valladolid con el objetivo de devolverle a Primera tras el descenso en la pasada temporada. Lo logró y resultó fundamental en el esquema, con 9 goles marcados en 37 partidos. Aunque lo hizo con mucho sufrimiento. “Fue un año complicado en el que no empezamos bien”, cuenta. Pero ese último partido acabó dejando su momento más sentido como blanquivioleta. “Mi mejor recuerdo fue el ascenso en Palamós, que fue apoteósico”, asegura.

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