El Real Valladolid y el R.C.D. Espanyol empataron a uno en la noche de este sábado en Zorrilla en un partido feo y marcado por la polémica arbitral. A falta de fútbol, Fernández Borbalán se sumó al "espectáculo" y algunas de sus decisiones le hicieron convertirse en el protagonista del partido.
En primer lugar, en la última jugada de la primera parte Fernández Borbalán expulsó al lateral zurdo del Espanyol, Víctor Álvarez, por cortar con la mano un centro de Ebert. Era la segunda amarilla y, aunque los catalanes consideraron excesiva la cartulina, lo cierto es que la mano fue clara: cortó un cemtro de Rukavina al área y el colegiado andaluz mandó al jugador visitante a la ducha.
Esta acción fue lo único destacado de una primera parte sosa, en la que el Real Valladolid separó mucho sus líneas, no tuvo precisión en los controles y en los pases, opaco en la lectura del juego, débil en las disputas y se quedó en tierra de nadie entre construir desde atrás y el jugar en largo hacia Manucho, hasta el punto de que el angoleño, protagonista una semana atrás, pasó totalmente desapercibido esta noche.
Del Espanyol no había noticia alguna sobre el campo. Ni estaba ni se le esperaba. Ni con once, ni con diez. Pero como las luces blanquivioleta estaba apagadas, por ahí veía la luz.
Y llegó el minuto 69, cuando a pesar de la inferioridad numérica, el Espanyol dejó poner un centro al área con dos jugadores en el punto de penalti para Rukavina. El serbio saltó limpiamente con Longo, pero el delantero catalán cayó al área y Fernández Borbalán señaló penalti ante la incredulidad de Zorrilla. Verdú transformó la pena máxima en el 0-1 y al Real Valladolid se le hizo definitivamente de noche y al Espanyol, de forma que no podía ni soñar, de día.
Al Real Valladolid, que hasta ese momento le cabía la esperanza de ganar en el arreón final ante un rival que debía pagar el esfuerzo físico de jugar 45 minutos en inferioridad numérica, solo le quedaba nadar contra corriente. Pero el día no estaba para nadar, ni casi para guardar la ropa. Quiso, pero no pudo. No fue ni la sombra del equipo que asombró ante el Rayo.
Al menos, en el minuto 81, en un córner, rescató un punto al empatar Óscar con un cabezazo. No le dio para más. Ni siquiera con Manucho y Javi Guerra en el campo. Incluso pudo perder porque el Espanyol, a pesar de estar flojo, vio desconcierto en la defensa blanquivioleta y se atrevió a ir a por el partido, hasta el punto de que ya en el descuento Cristian Gómez disparó fuera del área, Jaime no consiguió atajar y Verdú, el mejor jugador españolista, siguió la jugada, cazó el rechace y marcó... pero el asistente levantó la bandera por fuera de juego y el árbitro anuló la acción.
Y con el susto en el cuerpo, el partido llegó al final, con un justo reparto de puntos porque ninguno de los dos contendientes -error arbitral al margen que regaló el gol al Espanyol- hizo méritos para ganar. La vida es así: Días de mucho, vísperas de nada. Vendrán mejores partidos de fútbol. El de hoy no fue el del Real Valladolid. Ni el del Espanyol. Ni el del árbitro...
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Fotografías (Ángel Becerra). Galería fotográfica en Facebook/RealValladolid.