Valladolid ha arropado a los suyos en un lunes difícil de olvidar. Con la ciudad teñida de blanco y violeta, miles y miles de personas han compartido su cariño, llenado puentes, abarrotado calles y celebrado junto a la primera plantilla del Real Valladolid para poner el broche a un ascenso épico, a la vuelta del Pucela a donde merece estar, entre los mejores del país.
Como es habitual las aguas del Pisuerga fueron el primer escenario de unos actos multitudinarios en una tarde de mayo soledada y calurosa en la ciudad. La Leyenda del Pisuerga remontó las aguas desde el AC Santa Ana hasta el embarcadero de la playa de las Moreras, una navegación en la que acompañaron numerosas embarcaciones y que tuvo sus momentos más álgidos en cada paso bajo los nueve puentes donde se congregó la afición, también presente en las orillas durante prácticamente todo el recorrido.
Una vez en tierra firme la expedición sintió la pasión de cerca. Cánticos, aliento y devoción de una ciudad que ha sabido sufrir y que ahora disfruta del regreso a Primera División por la vía rápida, con un ascenso directo a falta de una jornada para que acabe la fase regular. Subidos en un autobús descapotable con los colores del Pucela, un amplio recorrido por las calles del centro de la ciudad desembocó en el corazón, en la Plaza Mayor. Las riadas de aficionados confluyeron allí, donde tuvo lugar la recepción oficial por parte de las instituciones. Con las emotivas palabras de los futbolistas desde el balcón en una plaza llena de vallisoletanos se puso el final a un día que toda la ciudad, toda la provincia, merecía vivir.
