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2-2: El Pucela pesca un punto en Mestalla

El Real Valladolid se puso por dos veces por delante, pero el Valencia consiguió empatar en una jugada que nació en falta a Alcatraz, el gran protagonista del partido con un gol y una asistencia

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El Real Valladolid firmó este domingo un buen empate en Valencia (2-2). Puntuar en Mestalla, aunque el Valencia C.F. no esté precisamente en su mejor momento en la Liga, siempre es muy complicado y el Pucela lo consiguió esta tarde. Hace medio año, sin ir más lejos, firmando un buen partido, se fue de vacío con una derrota por 2-1, “minutazo” mediante, aunque en esta ocasión el conjunto “ché” también se vio favorecido en la jugada del último gol al no señalar en el centro del campo una falta clara a Alcatraz que dio origen a un rápido ataque del Valencia y el gol de Feghouli.

El partido no fue bueno, pero en absoluto aburrido. De salida, Juan Ignacio dio un golpe de pizarra, planteando una nueva disposición de los futbolistas sobre el campo y dando la alternativa a jugadores como Alcatraz o Bergdich. Mariño estuvo en la portería; Alcatraz, Valiente, Rueda y Peña en defensa; Álvaro Rubio por delante de los centrales formando un trivote con Sastre y Rossi unos metros más adelantados en la presión; Dani Larsson y Bergdich en las bandas; y Javi Guerra como delantero.

Sin apenas tiempo para colocarse en el campo, el Real Valladolid recibió el primer gol: penalti de Mariño sobre Barragán, que se coló como el mejor delantero a la espalda delos centrales.  Pero afortunadamente, Ever Banega no tenía el día y lo tiró por encima del larguero. El centrocampista, argentino, lesionado, se quedó en la caseta en el descanso por Canales.

El Pucela contestó con más tino. En el minuto 9, Alcatraz, que dejó a Rukavina en el banquillo desde que el incombustible lateral derecho serbio llegó a orillas del Pisuerga, puso un centro de oro que Javi Guerra le hizo mejor con un cabezazo inapelable hasta para Guaitia, todo un porterazo.

Con el mono azul de trabajo, el Real Valladolid siguió esperando a que Mestalla se desesperara, pero al filo de la media hora Pabón, al que el colegiado Delgado Ferreiro había perdonado la expulsión por agresión a Carlos Peña, disparó desde muy lejos, con la mala suerte de que el balón tropezó en Jesús Rueda y cambió la trayectoria para dejar “vendido” a Mariño y anotar el 1-1.

Cuatro minutos más tarde de la resurrección del Valencia, Mariño evitó el empate en un “mano a mano” con Paco Alcácer y permitió al Pucela, que había comenzado ganando, al menos se fuera con un empate al descanso.

Segundo acto
En la segunda parte el Real Valladolid comenzó pencando en el río revuelto de Valencia. Alcatraz se hizo con un despeje del Valencia en el área y sacudió un disparo raso y cruzado imparable para Guaitia, para poner de nuevo “patas arriba” a Mestalla con el 1-2.

Con el paso de los minutos, el Pucela, con un gran trabajo de Álvaro Rubio, Rossi y Sastre en la medular, consiguió contener los ataques del Valencia, quizá deslavazados, pero siempre con peligro porque cuenta con buenos futbolistas. Y el ejemplo de ello fue el gol del empate: el Valencia, en falta a Alcatraz, robó el balón en la medular y lanzó un rápido contraataque, con apertura a la banda izquierda de Canales -libre tras la infracción al colombiano-, que centró al punto de penalti donde no perdonó el remate Feghouli, que había entrado por Piatti, lesionado en una falta al borde del área que Parejo había enviado al larguero.

Delgado Ferreiro, muy riguroso con el Real Valladolid durante toda la tarde, ni pitó faltó a Alcatraz en la acción que dio origen al gol, ni quiso señalar una mano en el área de Ricardo Costa tras el 1-2 en una jugada de Javi Guerra, que reclamó la pena máxima. Pero está visto que el Pucela no tiene suerte con los arbitrajes en Mestalla.

Tras el empate del Valencia, en el último cuarto de hora pudo pasar de todo. Pudo ganar el Valencia, que empujó y dispuso de un par de remates, de Pabón y Mathieu, y pudo ganar también el Pucela, que tuvo una grandísima ocasión que se inventó el colombiano Osorio, que entró en el campo en la recta final por Larsson y se fabricó un disparo parabólico al que respondió Guaitia con la parada de la tarde, rivalizando con Diego Mariño.

Al final, en un partido con más goles que juego y más mono de trabajo que guante de seda, en el que pudo ganar cualquiera de los dos equipos sobre el terreno de juego, el empate quizá fue lo más justo.