El Real Madrid tuvo que sudar sangre para ganar por 2-3 en Zorrilla. Por dos veces el Real Valladolid se puso por delante en el marcador en la primera mitad y en tres ocasiones el equipo madridista tuvo que poner todo en el césped vallisoletano para dar la vuelta al partido y agarrarse a la Liga como un clavo ardiendo.
No pudo ser. El Real Valladolid lo intentó con sus armas. En muchas fases, defendiéndose con garra y orden ante los ataques de un Real Madrid que siempre mostró un juego deslavazado, en el que siempre sobresale las individualidades sobre el conjunto. En otras, el Pucela tuvo juego y personalidad para ir a por el equipo madridista y complicarle la vida.
En esta ocasión, el Real Valladolid golpeó a balón parado. Este sábado era el día de Manucho. Ante todo un Real Madrid, el ariete angoleño marcó dos goles. El primero del partido, en el minuto 7, tras fusilar con la derecha a Casillas a salida de un córner. Y el segundo, en el minuto 12, también tras un saque de esquina botado por Ebert, con un cabezazo imparable.
Y entre gol y gol de Manucho, el Real Madrid aprovechó un resbalón de Marc Valiente, que había puesto en bandeja el primer gol al angoleño, para marcar por medio de Benzema.
Con 2-1 en el minuto 21, el partido dio un giro brusco. El partido pasó de ser una locura a lo previsible: ataque del Real Madrid y buena defensa del Real Valladolid, sobre todo en las jugadas a balón parado. Los blancos no jugaron bien, pero el Pucela no le dejó hacer y Dani estuvo inspirado, tanto en los remates como en las salidas por alto.
Ni la lesión de Ebert en el minuto 29, con una posible rotura muscular, descentró al Real Valladolid en su trabajo defensivo y en su intento de contragolpear rápido para intentar marcar el tercer gol.
En el minuto 45, el Pucela acariciaba irse al descanso por delante en el marcador, pero apareció el salvador madridista: Ozil. El alemán se asoció con Benzema en el área pequeña. Taconazo del francés para Ozil y el empate a dos sobre la bocina.
En la segunda mitad, el Real Madrid, ya con Di María y Modric (por los laterales Nacho y Arbeloa) se fue a por el partido a la desesperada porque el empate le noqueaba. Y encontró la victoria en una falta directa que Ozil clavó en la escuadra. El balón golpeó en el larguero y entró como un puñal en la portería blanquivioleta.
Con el 3-2 en el minuto 72, el Real Valladolid todavía tuvo orgullo, fuerza y fútbol para irse a por el empate. Incluso por momentos encerró en su campo a un Real Madrid que no tiene problema alguno en defender para salir al contraataque con una velocidad endiablada.
El Pucela lo intentó por todos los medios, pero más allá de dar una gran imagen por su juego, no consiguió volver a poner las tablas en el marcador.
La derrota blanquivioleta no le deja daños colaterales. Perdió, pero dio la cara con personalidad y complicó muchísimo la vida a un Real Madrid al que salvó el talento de sus jugadores.
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Fotografía (Ángel Becerra). Galería fotográfica completa en Facebook/RealValladolid.