Qué difícil explicar un partido como el que ha protagonizado el Real Valladolid este domingo en Riazor. Por la impotencia que deja el resultado, un escuetísimo 1-1 en, sin duda, una de las mejores actuaciones de los blanquivioleta desde hace muchos meses. Por la forma en la que se ha producido, con un penalti en contra, revisado por el VAR, en el minuto 97 cuando los blanquivioleta habían firmado la excelencia aguantando con diez desde el minuto 50 ante un RC Deportivo de la Coruña con toda su artillería sobre el verde.
Todo ese magnífico esfuerzo reducido a un punto que sabe a tan poco. Porque lo que estaba haciendo el Pucela en Coruña era una verdadera exhibición de fútbol. En la primera parte, con balón. En la segunda, con uno menos sobre el césped, un curso intensivo sobre cómo defender con uno menos. Todo, sin botín por un destello en contra cuando el alivio del pitido final estaba a punto de llegar.
Los primeros 45 minutos fueron un regalo, un homenaje. Se vio a un Real Valladolid como hacía tiempo que no se veía, un equipo con mayúsculas, dominador en un gran escenario que ha vivido espléndidas noches de fútbol. Desde el arranque, los de Almada proponían, querían, desplegaban todas sus virtudes y empequeñecían a los gallegos. Se llegaba al área rival con facilidad, se jugaba en campo contrario constantemente, y el flujo de balones hacia la portería comenzaba a brotar de manera optimista. Tras varias llegadas claras de los castellanos, muy claras, se abrió la cuenta desde los once metros en un penalti provocado por Marcos André en una muy buena jugada que sintetizó la esencia blanquivioleta: intensidad para robar en campo rival, velocidad en la circulación, balón a la espalda, fe, inteligencia, ser más rápidos que el rival. Latasa, en el minuto 34, hizo el 0-1.
Brillo en el barro
Mereció mucho más el equipo vallisoletano antes del descanso. Los datos lo dicen, una diferencia abismal en estadísticas como tiros a puerta, posesión o toques en área rival. Se tuvo que conformar con esa renta mínima, y con un sabor dulce en el paladar. Pero cómo iba a cambiar la historia tras el descanso, hasta alcanzar la tragedia deportiva.
El minuto 50 fue el detonante de una nueva línea temporal imprevista en el partido, a tenor de lo visto sobre el césped. La segunda amarilla para Marcos André lo cambió todo, en cuanto al juego. Pero no pudo cambiar el alma de un equipo que cambió el chaqué por el mono de trabajo. Que dejó la finura con balón para bajar al barro, y conseguir brillar también ahí.
Cuantos más efectivos en ataque sumaba el Dépor desde el banquillo, más herramientas desplegaba el Pucela para contrarrestar. Una labor defensiva a la que ningún calificativo haría honor. Un sacrificio del que pone en pie a la afición. El partido se jugaba en campo vallisoletano, pero Guilherme apenas tuvo trabajo, lo que habla de la capacidad de unos jugadores (y del trabajo que se realiza entre semana) para defender el escudo y los tres puntos.
Cerrados, en bloque bajo. Saltando a arrinconar al rival cuando se acercaban a la zona caliente. Minimizando errores, multiplicando piernas. Haciendo del esfuerzo un aliado. El tiempo pasaba y el Real Valladolid parecía ser quien controlaba las manijas de ese reloj. Hasta el minuto 86' Guilherme no tuvo que realizar un paradón, y ahí apareció cuando se necesitó, en una muy clara para los locales.
¿A cuánto puede latir un corazón? El pulso de los aficionados se aceleraba en la grada, o ante la pantalla. El triunfo, y qué triunfo, se podía acariciar. Los siete minutos de descuento parecieron excesivos. Y ahí llegó un castigo perverso.
En el minuto 94 el VAR entró en juego para mandar al árbitro a la pantalla. Qué impotencia. El agarrón de Tomeo en el área fue sancionado, y el penalti transformado ya en el 97'. Quedó algo de partido, porque se jugaron al menos cinco minutos más en los que el Pucela llegó al área rival y la tuvo con la claridad que se puede tener tras 100 minutos dejándose la vida en el terreno de juego. Al final, un empate que, esta noche, en caliente, es el trago más amargo que se puede beber.
Ficha técnica
(1) RC Deportivo de la Coruña: Germán; Mella, Noubi, Loureiro, Dani Barcia (Comas, min. 46), Quagliata (Luismi Cruz, min. 59); Mario S., Villares (C. Herrera, min. 77), Stoichkov (Eddahchouri, min. 67); Mulattieri, Yeremay
(1) Real Valladolid: Guilherme; Alejo, Tomeo, Torres, Bueno (Javi Sánchez, min. 88); Peter (Chuki, min. 86), Jurić, Ponceau (Alani, min. 81), Biuk (Amath, min. 88); Latasa, Marcos André
Goles: 0-1, Latasa (p), min. 34. 1-1, Yeremay (p), min. 97
Árbitro: Daniel Palencia (C.T. vasco) amonestó a los locales Barcia, Quagliata, Mulattieri; y los visitantes Marcos André (a quien expulsó por doble amarilla), Latasa
Incidencias: partido correspondiente a la jornada 11 en LaLiga Hypermotion disputado en el estadio de Riazor, ante 19.482 espectadores, el domingo 26 de octubre a partir de las 21.00 horas












































