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2-3: Golpe de autoridad en La Romareda

Buen juego, ocasiones y goles en la merecida victoria del Real Valladolid ante un Zaragoza que no había perdido en 2007 en su estadio

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No había otra forma de ganar al Real Zaragoza que jugando muy bien. O, al menos, mejor que un rival que no había perdido en 2007 en su estadio. La tarea, por lo tanto, se presentaba complicada. Pero el Real Valladolid lo consiguió. Y eso que al primer cuarto de hora, el asunto parecía imposible: hasta en cuatro ocasiones los delanteros locales se plantaron ante Alberto como Pedro por su casa. Por suerte para los blanquivioleta, sólo en una atinaron a batir a Alberto, con la colaboración involuntaria de García Calvo, que desvió un disparo de Oliveira que supuso el 1-0 en el minuto 14.

El partido comenzó raro porque el Real Valladolid salió valiente, pisando con muchos hombres el campo del Zaragoza, pero el equipo de Víctor Fernández, a la contra, rompía con una facilidad pasmosa el centro del campo vallisoletano y cada contra era una ocasión clarísima de gol: en el minuto 2, Alberto sacó un mano a mano con Sergio García; en el 12, Oliveira y Milito se plantaron en carrera ante Pedro López, pero afortundamente el brasileño lo vio tan fácil que se pasó de chupón y tiró fuera ante la bronca monumental del argentino; en el 14 llegó el gol en otra cabalgada de Óscar que abrió para el disparo de Olivera que desvió García Calvo; y en el 16, Olivera, otra vez solo ante Alberto, tiró alto.

En esos primeros 10 minutos el Real Valladolid había forzado hasta cinco córners, con muchas llegadas al área, pero esa valentía había encontrado respuesta local con unas transiciones rápidas y letales que quizá podía haber sentenciado el partido a favor del Zaragoza en un abrir y cerrar de ojos. ¿Qué habría pasado si el Real Zaragoza se pone con un 2-0 o 3-0 en el primer cuarto de hora? Nunca lo sabremos, ni falta que hace.

Sale Víctor: un cambio revolucionario
El partido pintaba tan mal que Mendilibar tuvo que inventarse algo para que aquello cambiara. Y vaya si inventó y vaya si cambió. Minuto 25: Sisi, que había estado batallador por la banda derecha, salió por Víctor. Le tocó a él como le podía haber tocado a otro. Pero había que hacer algo para el partido cambiara. La recomposición del tablero dejó a Kome en la banda derecha y a Víctor en la media punta.

Lo que pasó fue un maravilloso milagro. El Real Valladolid se fue a por el partido con un descaro alucinante: el primer balón que tocó Víctor, en el minuto 26, lo mandó al palo con un remate de dibujos animados, similar al que sí entró en Elche la pasada temporada (pero con la zurda), que si su amigo César no aplaudió era porque llevaba la camiseta del Zaragoza. ¿Qué habría pasado si Víctor no entra en el campo antes de cumplirse la media hora de juego? Eso sí lo sabemos.

El Real Valladolid tuvo cinco minutos que pasarán a la historia. En cinco minutos, del 28 al 33, marcó tres goles y firmó un fútbol que dejó boquiabiertos a propios y extraños. En el 28, Llorente controló un balón en la frontal, elevó sobre la defensa para un pase en profundidad que Víctor, sin dejar caer el cuero, elevó ante la salida de César (1-1). En el 31, Kome lanzó el enésimo córner, César despejó hacia la frontal donde estaba Álvaro Rubio para abrir de nuevo a la banda derecha, el camerunés avanzó en diagonal, tiró y esta vez el rechace de César le cayó a Víctor, que, completamente solo, aprovechó el regalo para marcar (1-2).

Gol de pañuelos
Y el éxtasis blanquivioleta llegó en el minuto 33: Álvaro Rubio, desde el centro, abrió a la derecha para Pedro López, que prolongó por la banda para Kome; el camerunés, ayer un gladiador vestido de negro, consiguió sacar un centro imposible desde el banderín de córner tapado por dos defensas que le comían el cogote y los tobillos; la bola le cayó a Llorente, que dejó de cara para Álvaro Rubio, que por un instante sublime tiró el mono y se puso el esmoquin que debieron perder en las entrañas de La Romareda Aimar, DAlessando, Milito, Óscar o Oliveira, y con un regate majestuoso pisó área con la seguridad y elegancia del mejor Gullit, dejó tirados a tres defensores y definió como el mejor Hugo Sánchez, tocando sutilmente ante la felina salida de César. El gol de la temporada ya tiene dueño. A Youtube. Era el 1-3 y en La Romareda todos, hasta los vallisoletanos, se frotaban los ojos. ¿Estaba siendo un sueño? Sí, bendito sueño.

Tanto hablar de presión, de trabajo, lucha y entrega -que eso a los vallisoletanos se les presupone como la valentía a un torero- y resulta que cuando se ponen también juegan bien al fútbol. Vaya que sí.

Tras aquella remontada épica, el partido bajó de intensidad, por lo menos ante las porterías. El Real Valladolid, que ya tiene la lección bien aprendida (a la fuerza ahorcan), pensó con buen criterio que era el momento de dar un paso atrás para guarda la viña, sin que por ello rencunciara a salir a la contra. Quizá si hubiera seguido cinco minutos más, ahora estaríamos hablando de una goleada histórica en vez de una victoria sufrida. Nunca lo sabremos; ni falta que hace.

En la hoja de jugadas destacadas, que ayer hubo que escribir con letra diminuta para que entraran todas, hubo una en el descuento, a favor del Zaragoza. Óscar marcó tras romper la defensa en línea en un centro, pero el juez de línea anuló la jugada por fuera de juego que no existía. Sí lo estaba Milito, pero no el ex blanquivioleta, que salió en línea con la defensa, controló el balón y fusiló a Alberto. ¿Qué hubiera pasado si ese gol sube al marcador? Nunca lo sabremos; ni falta que hace.

Tras el descanso, no hubo la avalancha maña que se presumía con los cambios de Aimar y DAlessandro por el desaparecido Luccin y el goleador Oliveira. Al contario, el Real Valladolid volvió a encontrar el balón y el mando del partido. En el minuto 47, Kome, en su mejor partido con la camiseta del Real Valladolid, puso una falta lateral en la cabeza de Llorente, que peinó fuera por centímetros. La conexión Comerún-Hondarribia se repetió dos minutos después, pero esta vez el remate con la zurda, en carrera y completamente solo, se fue desviado. El pichichi estaba en la fiesta; pero claro, sin marcar, se encontraba extraño.

Agresión de Ayala
A esas alturas, el Zaragoza ya no sabía por dónde le venían los tiros y como Ayala había concedido dos ocasiones clarísimas a Llorente, pensó que lo mejor era que no llegara la tercera. El argentino sacudió un croché de derecha al mentón de Joseba y lo dejó como una gallina matada a escobazos. Ayza Gámez, un árbitro valiente (el mismo que, con justicia, dejó con 9 al Real Valladolid ante el Murcia a la media hora de juego), no debió verlo, porque si no hubiera mandado directamente al central argentino a la cuadra de Don King. Ayala tomó nota y después volvió a la carga con una patada de kung fu al propio Joseba y, al final, con una colleja de patio de colegio a Kome. Fabián Ayala acabó el partido con una amarilla.

Pero dejemos lo feo y volvamos al espectáculo. En la última media hora de juego, por momentos el choque entró en una dinámica bonita para el espectáculo, pero peligrosa para el Real Valladolid, que tantas ventajas a favor ha desperdiciado ya esta temporada en los minutos de la verdad. Para ayudar en la pelea entró Borja por Álvaro Rubio, que ya había cumplido con creces. Al ataque maño respondía el Real Valladolid con salidas rápidas y en superioridad. El Pucela quiso cerrar el duelo de un tiro en la nuca, pero los disparos salían rozando la oreja de César. La ocasión más clara fue un tres para uno llevado por Víctor que debió poner a Mendilibar en el disparadero porque la resolución de Víctor y Sesma fue defectuosa, con Llorente como espectador al borde de un ataque de nervios.

El Real Zaragoza también buscó su propia revolución para revertir la situación. Optó por la presión al árbitro, pero Ayza Gámez es halcón. Anuló correctamente un gol a Milito por arrancar en fuera de juego en el minuto 63. En el 66, pasó por alto una embestida de Rafa a Sergio García, y en el 70 tampoco quiso castigar con penalti una mano de García Calvo al controlar un balón. Después de anular un gol al equipo local y dejar seguir una jugada reclamada como penalti por la grada, cualquier otro colegiado hubiera castigado con la pena máxima la jugada del central, aunque su toque con el brazo, pegado al cuerpo, llegó tras gopearle en el estómago y sin dar ninguna impresión de voluntariedad. Pero Ayza es de esos colegiados que se crece con el castigo en forma de silbido e insulto, y el silbato no sonó. O quizá, simplemente, pita lo que ve y no vio infracción en los posibles penaltis, como no vio la técnica depurada de Ayala en las distancias cortas.

Sufrimiento final
Mérito del Zaragoza fue que nunca tiró el partido. Debía haber visto muchos partidos del Valladolid esta temporada. En el minuto 74, Kome -peleón, inteligente, agresivo, trabajador y listo, muy listo- puso un gol en bandeja a Llorente en el minuto 74: centró de fábula y al cabezazo picado del vasco, como mandan los cánones, respondió César con un paradón que hizo recordar a aquel porterazo que defendió la portería del Real Valladolid, aquel que era el mejor portero de España sin duda alguna. Claro que Alberto, que también fue uno de los mejores porteros españoles en la pasada década, también demostró que no fue, sino que es un gran portero. Si no, que se lo pregunten a Óscar, que atajó felinamente su disparo a bocajarro en el minuto 86. ¿Que hubiera pasado si el 2-3 llega en esa jugada? Nunca lo sabremos, ni falta que hace.

El caso es que el último gol de Real Zaragoza llegó en el primer segundo del descuento de cuatro minutos. Los vallisoletanos que tuvieron la sangre fría de ver esos cuatro minutos siguientes al golazo de Milito con un derechazo asesino, cuentan que el Pucela no pasó problemas en ellos para mantener una victoria justa y brillante en un campo fortificado, en el que muy pocos equipos tendrán la fortuna de ganar. Y si no, al tiempo.

En La Romareda, buen partido, de poder a poder ante un equipazo, y gran victoria.