Una larga cola desde la calle Alcalleres hasta la esquina de Santa María con Menéndez Pelayo anticipaba la expectación generada en torno al partido del domingo. Las taquillas del Real Valladolid vendían tickets desde el miércoles y hasta el sábado, y la cifra de “señores socios y aficionados” que querían estar presentes en El Plantío superaba cada día las previsiones más optimistas.
Estamos a 14 de febrero. El año, 1968. El Pucela ocupa la segunda plaza del grupo 1 de Segunda División tras 20 partidos disputados, a solo dos puntos del líder, el RC Deportivo de la Coruña, y uno por encima del Sporting de Gijón. El Celta, Racing de Ferrol, Racing de Santander, Rayo Vallecano y Real Oviedo quedan atrás, casi sin opciones. El pulso para la única plaza de ascenso directo es entre tres, y el partido en Burgos de este domingo es clave para seguir enganchados a las aspiraciones.
Los ojos de Europa miran hacia Checoslovaquia, donde en enero comenzó la que se conocería como Primera de Praga, una ola de protestas pidiendo democracia. Quedaban unos meses para que en París estallase la llama revolucionaria en el ecosistema estudiantil, un espíritu de libertad que llegó a España y también a Valladolid, con universitarios detenidos y sin encontrar la playa bajo los adoquines. Pero, aquel miércoles, la principal preocupación era comprar la entrada para apoyar al Pucela.
General, 75 pesetas
El anuncio se repetía en las páginas de los diarios: “Los señores socios y aficionados que deseen acudir a presenciar el encuentro podrán retirar localidades en las taquillas del Club, calle de Alcalleres, a partir del miércoles día 14, a las siete treinta de la tarde, y el jueves, viernes y sábado, de siete a nueve treinta de la noche”. A medida que se acercaba el encuentro el interés crecía tanto en las orillas del Pisuerga como en las del Arlanzón.
De la afición burgalesa, se decía, “se halla desbordada por el enorme interés que ha despertado el encuentro”. El mismo, apuntaban los cronistas, que en Valladolid, donde “cifrar ahora cuantos, es imposible, pero bien pudiera asegurarse que superará la cifra de los cuatro mil” vallisoletanos en El Plantío.
La directiva del Burgos CF había estado en Valladolid los días antes para fijar las condiciones. “Se pondrán a la venta un amplio cupo de localidades”, anunciaron, y esa semana en una entrevista en el Diario Libertad su presidente, José Luis Preciado, se mostró ilusionado ante la “taquilla récord” que se esperaba en El Plantío, 750.000 pesetas.
La venta de localidades iba a muy buen ritmo. El precio general era de 75 pesetas, y en tribuna 250. El sábado el Pucela se concentró en Tordesillas y por entonces ya se hablaba de que “posiblemente sobrepasen los 6.000” blanquivioletas acompañando a los suyos en Burgos.
La calle Santiago en el Espolón
Desde el Arco de Santa María arranca el paseo del Espolón, una zona verde paralela al Arlanzón que llega hasta el monumento al Cid. Desde ahí, en línea recta, se llega a El Plantío. En total, unos 30 minutos caminando.
Ángel María de Pablos, en El Norte de Castilla, escribía que ese domingo 18 de febrero “la carretera era una inmensa caravana de autos vallisoletanos y, por unas horas, Burgos y su paseo del Espolón fueron una simpática sucursal de Valladolid y nuestra calle Santiago”. Más de 7.000 vallisoletanos acudieron finalmente a Burgos para hacer fuerza en El Plantío.
El partido como tal tuvo menos historia. Aquella jornada 21 el verde fue marrón, y sobre el barro el Real Valladolid sacó un punto en un partido con alternativas en el que comenzó marcando el cuadro local, remontó el visitante con los goles de Román y Docal, e igualó Iturricha en el 62’ para el 2-2 final. Era la segunda visita oficial del Pucela a El Plantío, que se había inaugurado unos años antes, en 1964.
No obstante, ese apoyo, esa fuerza implacable de la afición blanquivioleta, sirvió para marcar el ritmo en las próximas jornadas, encadenar tres triunfos seguidos, ante Langreo, Celta y Gijón, y dejar encarrilada al menos la opción de playoff. En cabeza quedaban Dépor y Pucela en una carrera cuerpo a cuerpo que llegó hasta el final, con triunfo de los gallegos.
Tristemente, el objetivo del ascenso no se pudo conseguir. En la eliminatoria de promoción a Primera el Real Valladolid se midió a la Real Sociedad, con 0-1 en Zorrilla y 0-0 en San Sebastián. El sueño de esos 7.000 aficionados que hicieron de Burgos casa quedó aplazado, continuando más de una década de camino por el desierto.