Los primeros recuerdos, los rápidos, hacen referencia al calor y la comida. Con más poso, Marta Crespo Monedero (6 de agosto de 2003) se queda, sin duda, con la gente que la rodeó aquel año que empezó con nervios y que acabó como una de las experiencias más enriquecedoras que tendrá en toda su vida. No es para menos ya que con 17 años, y tras uno de reflexión, decidió emprender rumbo al segundo estado más grande de los Estados Unidos para empezar su formación universitaria y crecer como futbolista.
Texas es inmenso. 678.000 kilómetros cuadrados suponen un territorio considerablemente superior al de toda la península ibérica. No hay país en el continente europeo tan extenso como ese estado de casi 30 millones de habitantes. Y, en su zona centro, se sitúa Cisco, una población pequeña, de menos de 4.000 personas, a cuyo College (lo que se asemeja a la universidad en España) llegó en 2021 una vallisoletana que persigue el sueño de llegar a profesional.
“Estaba tranquilamente en casa y me escribieron por redes sociales, una empresa que lleva a deportistas becados a jugar y estudiar a los EEUU. Me impactó al principio. ¿Qué hago allí sola?” relata Marta, actual jugadora del Real Valladolid Simancas, blanquivioleta de corazón desde niña. “Me lo ofrecieron para la universidad y la noticia me llegó en primero de bachillerato, tenía tiempo para pensarlo. Lo hablé con mis padres y era una oportunidad que tenía que aprovechar, luego a lo mejor me arrepentía de no haberla tomado”, reflexiona ahora, cerca de cumplir los 20 años, aquella que comenzó a jugar al fútbol en el equipo de su colegio, en equipos mixtos, y que siendo menor de edad pasó a formar parte del Atlético Lince en categoría regional, momento en el que recibió la ‘llamada’ americana.
Una realidad muy diferente a Valladolid
Aquel lunes, 16 de agosto, recién cumplidos sus 18 años, Marta llegó nerviosa al aeropuerto. No era para menos, el salto más grande de su vida estaba a punto de comenzar. “Que pase lo que tenga que pasar, y ya está”, pensó. Cuando aterrizó en Texas “lo primero que dije, qué calor hace aquí, tienen un clima súper seco” pero enseguida conoció a las que iban a ser sus compañeras en un año inolvidable. “Me fueron a buscar dos compañeras del equipo, y nos fuimos a la universidad” relata, como quien dibuja las primeras líneas de lo que podría ser un guion de Hollywood. Ya que, además, y echando la vista atrás, lo que se encontró se asemeja a “las películas que veía en la tele, lo reflejaba en lo que yo pude vivir allí y es muy parecido”.
A la vez que daba sus primeros pasos como alumna de estudios superiores también mejoraba sus habilidades como futbolista. Su rutina era así, “por las mañanas iba a clase, luego comía, y a las 14.00 horas entrenamiento; acabábamos a las cuatro y algo, a veces tocaba gimnasio después, y a las 18.00 horas a cenar” y, alguna vez, sacaban tiempo tras la cena para “coger el coche e ir a algún lado”. La hora de dormir, las 22 o las 23.00.
Unos horarios muy diferentes a los españoles, y unas comidas que tampoco se parecen a las de aquí. Hándicaps que superó gracias a la unión con quienes se convirtieron en sus amigas. “De las mejores cosas que me quedo de allí es la gente, cómo me acogieron, súper agradecida de eso” recuerda de una convivencia en una plantilla en la que “había una brasileña, una mexicana, y las demás eran de cerca de Cisco, a una o dos horas de su casa, la mía estaba a 13 horas”.
A pesar de ello, Marta hizo de Cisco su hogar. “Es una ciudad súper pequeña, familiar, y eso también hizo que me acogieran tan bien. Estábamos cerca de ciudades grandes, a una hora de Dallas (1,2 millones de habitantes), también visité San Antonio, Austin y Houston” repasa la vallisoletana, que aprendió a adaptarse a la manera de vivir de las locales: “Muchas de las jugadoras de mi equipo vivían en pueblos apartados, muy lejanos a las grandes ciudades, tenían un estilo de vida en el que apenas salían de sus pueblos. En Valladolid hay muchas más cosas que hacer que en Cisco, era pequeñita y te tenías que ir a ciudades grandes para hacer cosas”.
Y, cuando se habla de Texas, el choque cultural lleva casi de manera obligada a pensar en las armas, ya que se trata de uno de los estados más permisivos a este respecto. Marta cuenta que “eso me impresionó” y, aunque ella nunca usó una, sí tiene varias anécdotas al respecto, como cuando “iba de copiloto un día con una compañera de equipo, a entrenar, agaché la cabeza y vi que tenía una pistola en el coche… la dije, ¿y esta pistola?, es para protegerme, dijo, y me quedé pálida, me impactó muchísimo, es algo normal allí”.
Un fútbol físico y mayoritario
Igual que tuvo que adaptarse a las condiciones de vida, a sus 18 años la vallisoletana también aprendió a ser mejor en un fútbol diferente al español. “El cambio del fútbol femenino aquí en España al estadounidense es bastante grande, allí es súper físico y duro, yo me considero una futbolista técnica y me costó un poco acomodarme” compara, y logró ese punto de intensidad que exigía el deporte allí.
Al igual que ahora en el Real Valladolid Simancas, Marta dominaba el medio campo en la liga universitaria en la que competía, un torneo en el que se enfrentaba a otros ‘college’ de la región de Texas a la que pertenecía. Una rutina exigente en la que “entrenábamos casi todos los días y jugábamos dos o tres días por semana, la liga allí dura muy poco, de agosto a octubre-noviembre, éramos diez u once equipos-universidades y luego hay una ‘spring season’, de febrero a mayo, con torneos y partidos amistosos”.
Una de las cosas que más gratamente la sorprendieron fue la cantidad de mujeres que practicaban fútbol. No en vano el balompié es uno de los deportes femeninos más populares en EEUU, y eso se traduce en que “hay muchísimas niñas jugando, muchas universidades te dan la oportunidad también, había muchísimas con equipo de chicas y te preguntas ¿cómo hay tantas niñas que juegan?”. Una faceta que se busca trasladar a España, donde, especialmente en los últimos años, “cada vez hay más niñas que quieren jugar al fútbol y por qué no habrá cada vez más equipos, que el fútbol femenino se vaya viendo algo más”.
Reivindicar su origen: vestir la blanquivioleta
La temporada acabó y Marta tenía que asumir otra decisión vital para su futuro. ¿Ahora qué? Ahí apareció el Real Valladolid para que fijar el rumbo fuese mucho más fácil. “Estaba con la duda de si volver a España o quedarme. Llegaron algunas ofertas y cuando que salía el proyecto… soy socia del Real Valladolid y jugar aquí es una ilusión muy grande, y aposté por el RV Simancas”.
Atrás quedaban “experiencias que nunca voy a olvidar, también el cómo se vive el fútbol en otros países”. En USA dejó sus partidos duros sobre campos con yardas pintadas a altas temperaturas, también el ir a ver “baloncesto o softball, también beisbol”. Atrás quedaron amistades importantes, americanas y españolas ya que en Cisco College también coincidió con compatriotas. Una renuncia por una ilusión mucho más grande, la pasión por el blanco y el violeta.
“Es un orgullo. Cuando era pequeña y venía al Estadio José Zorrilla nunca imaginé que podría vestir la camiseta, que podría pisar el césped ni debutar con 12.000 personas, no había equipo de chicas” rescata del pasado, al tiempo que pone en valor la importancia del proyecto del Real Valladolid Femenino para que las niñas hoy sí puedan soñar en el futuro exactamente igual que sueñan los niños.
Un curso 2022-23 que “he disfrutado desde el principio” aunque “me costó un poco entrar, venía de otra rutina en USA, otra vida, y me costó”. Ahora Marta Crespo acumula titularidades, ha marcado, ha asistido y es una pieza importante en el esquema de Rubén Beltrán, una temporada en la que la jugadora reconoce que “he ido de menos a más, soy consciente de que no estaba al 100% y tenía que mejorar mucho, con el paso del tiempo me asenté y volví a ser yo”, y en la que destaca, como no, ese inolvidable 12 de marzo: “El debut en el José Zorrilla nunca lo voy a olvidar, fue una ilusión súper grande”.
Acompañada en todo momento por lo orgullosos que sus padres, también apasionados del Pucela, están de ella, Marta sigue los pasos hacia su madurez con el cambio de las aulas de Cisco por las de la Universidad de Valladolid, donde cursa Educación Infantil, y con varios sueños por cumplir. En su hoja de ruta está “ir superándome y, por qué no en un futuro, debutar en una liga más alta y a lo mejor como profesional” al tiempo que se fija en referentes como Patri Guijarro, Aitana Bonmatí y Alex Morgan, grandes estrellas para inspirar a las generaciones presentes y futuras.