Temporada 1930/31, Tercera División. El Real Valladolid Deportivo daba sus primeros pasos en un fútbol aún amateur. El club blanquivioleta buscaba talentos entre los estudiantes foráneos que llegaban a la ciudad y, de esa forma, encontró a su primera gran leyenda: el eibarrés Ramón Gabilondo.
Nacido en la ciudad armera en 1913, cuando todavía no existían ni el Pucela ni la SD Eibar, Gabilondo llegó a orillas del Pisuerga en 1930 para estudiar la carrera de Medicina. Era un apasionado de esta disciplina, pero también del fútbol, por lo que rápidamente se inscribió en la Ferroviaria, un humilde equipo de la ciudad castellana.
Con sus recitales como mediocampista, enseguida llamó la atención del Real Valladolid, que no dudó en hacerse con sus servicios. El fichaje se fraguó en las aulas de la facultad, donde Pablo López, figura del conjunto pucelano y compañero de estudios de Gabilondo, convenció al guipuzcoano para convertirse en blanquivioleta.
Estrella desde sus inicios
El estreno del habilidoso eibarrés con el Real Valladolid fue toda una declaración de intenciones. El 30 de noviembre de 1930, Gabilondo debutó con solo 17 años en el Campeonato Regional y anotó un doblete en la abultada victoria por 6-0 ante el Deportivo Palencia. El jovencísimo vasco había caído de pie en el Pucela, pero quién le iba a decir al propio Gabilondo, que llegó como un mero estudiante a la ciudad, lo que vendría solo unos meses después.
Era abril de 1931, momento de la proclamación de la Segunda República, aunque con el fútbol siempre presente en la sociedad. El Valladolid, ya sin el ‘Real’, fue emparejado con el Atlético (por aquel entonces Athletic) de Madrid en los dieciseisavos de la recién renombrada Copa de la República. Era como una lucha de David contra Goliat, pero el conjunto vallisoletano dio la campanada por partida doble, venciendo 2-1 en la ida y 1-2 en la vuelta, con Gabilondo como uno de los principales artífices.
El primer gran icono blanquivioleta ya tenía su primer gran triunfo, pero no se iba a conformar con eso. Tras tres temporadas remando sin llegar a buen puerto, incluso quedándose en la orilla en la 1932/33, cuando cayó en la semifinal de la fase de ascenso ante el Zaragoza, a la cuarta logró el objetivo. El Valladolid consiguió ascender por primera vez en su historia a la Segunda División del fútbol nacional y Gabilondo puso el broche final a una memorable trayectoria en el Valladolid, al mismo tiempo que finalizó sus estudios de Medicina.
Dos pasiones
Si ya fue relevante su vocación académica en el inicio de su carrera futbolística, volvió a serlo en su punto álgido. Años atrás, el Athletic de Madrid ya había tomado nota de aquel prodigioso muchacho tras la eliminatoria copera contra el Pucela y fue en el verano de 1934 cuando lo sedujo para convertirse en colchonero.
¿Y por qué eligió al equipo rojiblanco? En parte, claramente, por la atractiva propuesta deportiva de un prestigioso club que acababa de regresar a la Primera División, pero también, curiosamente, para acceder al doctorado en la Facultad de Medicina de Madrid.
Ramón Gabilondo fue internacional con España hasta en cinco ocasiones y también capitaneó la selección, convirtiéndose en el primer futbolista del Real Valladolid en alcanzar el combinado nacional tras vestir la blanquivioleta. Justo antes de colgar las botas en enero de 1946, el equipo pucelano organizó un partido como homenaje a su gran carrera y le hizo un valioso obsequio, “una preciosa caja de plata para tabaco y una efigie de “Don Quijote” en bronce para pisapapeles”, según afirmó el Diario Libertad en la época.
“Sirvan estas líneas para testimoniarles mi más sincero agradecimiento, rogándoles hagan extensivo el mismo a esa afición de la que tan buen recuerdo conservo y a la que tanto debo”, escribió Gabilondo en señal de gratitud. Así, aquel muchacho que llegó desde Eibar dejó en Valladolid un recuerdo imborrable y abrió el camino de los grandes nombres de la historia del Pucela.
Fotografía: El Real Valladolid posa antes de un partido en la temporada 1933-34. Gabilondo, el primero de pie empezando por la derecha.