El Real Valladolid dejó claro ante el Athletic que la goleada al Villarreal no fue fruto de la casualidad. Y nada mejor para ponerlo de manifiesto que volviendo a marcar cinco goles. 1-5 firmó en Villarreal y 5-2 rubricó esta noche en Zorrilla.
Las goleadas del Pucela a sus rivales se explican porque ha demostrado estar en mejor momento de forma que ellos. Está un punto por encima físicamente, un punto por encima en confianza y un punto por encima en efectividad ante la portería contraria. Esa es la mejor conclusión que se puede extraer ante el inminente comienzo de la Liga, aunque habrá que ver en qué punto de preparación está el Espanyol el próximo 30 de agosto.
El equipo blanquivioleta se apuntó el XXXVI Trofeo Ciudad de Valladolid con toda justicia. Fue muy superior al Athletic, tanto en la primera parte (se fue con 3-0 al descanso), como en la última media hora de juego. Tan sólo en el primer tercio de la segunda mitad se vio superado por un Athletic que salió herido de la caseta y consiguió encerrar en su parcela al Real Valladolid, forzando faltas y corners de los que sacó una renta de dos tantos. Pero tras acercarse en el marcador 3-2, el Real Valladolid volvió a tomar el mando de las operaciones y su empuje acabó con dos goles más para dejar el 5-2 definitivo.
En la primera parte el Real Valladolid encontró en la defensa bilbaína un filón que supo explotar tras los primeros compases de tanteo. Kike, que jugó en punta en estos primeros 45 minutos, abrió el marcador a balón parado (con el pecho una falta lateral botada por Víctor). Después llegarían dos goles más, obra de Vivar Dorado, el primero en una nueva falta lateral que empalmó de forma inapelable y el segundo tras aprovechar un centro de Sesma y empujar entre los centrales.
En la segunda parte el Real Valladolid perdió el balón y el empuje vasco provocó el 3-1, obra de Llorente a la salida de un córner (defender al vasco en este tipo de jugadas es labor muy complicada), y, a renglón seguido, el 3-2, en una jugada curiosa: la defensa blanquivioleta tiró el fuera de juego en una falta central y dejó a cuatro jugadores ante Sergio Asenjo (Villar jugó la primera mitad); el auxiliar levantó la bandera, pero el árbitro se empeñó en desautorizarle y conceder el gol.
En la última media hora de juego el Pucela volvió a tomar el mando del partido y empujó lo suficiente para marcar dos goles más: Vivar Dorado anotó su tercer gol en el minuto 80 a centro de Sesma (el madrileño volvió a fusilar sin marcaje) y Baraja, tras un penalti cometido sobre Sesma, firmó el quinto.
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Fotografía de portada (César Minguela): Marcos levanta el XXXVI Trofeo Ciudad de Valladolid. Fotografía superior (Gonzalo Martín): Los jugadores blanquivioelta celebran el primer gol del partido.