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Corazón blanquivioleta para un adiós en Huesca

Alberto Marcos, el futbolista con más partidos en el Real Valladolid, cerró su carrera en el equipo oscense, precisamente a las órdenes del técnico vallisoletano Onésimo

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Final de un camino y principio de otro. A 430 kilómetros de Valladolid, en una de las puertas de los Pirineos, una de las leyendas blanquivioleta más destacables encontró el lugar donde colgar las botas. Tras 15 temporadas en el Pucela, Alberto Marcos cerró en la SD Huesca su etapa como futbolista. Y casualmente lo hizo bajo las órdenes de otro vallisoletano, Onésimo Sánchez.

El recorrido de Alberto Marcos Rey (Camarma de Esteruelas, Madrid, 15 de febrero de 1974) en Zorrilla comenzó en el año 1995. Con 21 años, procedente del Real Madrid, el lateral llegó a Valladolid para reforzar al equipo en Primera División. Enseguida se hizo con la titularidad, indiscutible bajo la dirección de Rafa Benítez, en un inicio de temporada 1995-96 muy complicada. Un año milagroso ya que, con el Real Valladolid desahuciado a mitad de curso, la llegada de Vicente Cantatore al banquillo cambió la historia blanquivioleta.

Precisamente, aquel curso Marcos se midió en el césped a un futbolista que, en las filas del Rayo Vallecano, había dejado huella en Valladolid. Onésimo Sánchez (Valladolid, 14 de agosto de 1968) logró el ascenso blanquivioleta en la 1992-93, a la postre su último curso como jugador del Pucela. Dos historias que se cruzarían estrechamente en la ciudad aragonesa más de una década después.

 

Protagonista de la mejor etapa
Alberto Marcos continuó creciendo como futbolista con la blanquivioleta. Tras una 1996-97 en la cual contó con menos protagonismo, su consolidación llegó en la 1997-98. Siempre con el ‘3’ a la espalda, desde el momento que llegó, un número ya unido indudablemente a él, el lateral fue titular en 37 jornadas y además debutó en la Copa de la UEFA, jugando en ambas eliminatorias primero contra el Skonto de Riga y después contra el Spartak de Moscú.

Su papel en el equipo crecía cada año, peso pesado en el vestuario de uno de los mejores Real Valladolid. Su carácter ganador, su ambición, su liderazgo, enriquecían a un grupo de jugadores elevados a mitos entre la afición vallisoletana.

Tras nueve temporadas en Primera División llegó el descenso, en el año 2004. Marcos se hizo más grande en las duras, nombrado capitán a partir de 2005, ya con 30 años cumplidos. Con él capitaneando a un equipo inolvidable, con José Luis Mendilibar a los mandos, llegó el ascenso del ‘Valladolid de los récords’, campeón de Segunda en la 2006-07 con 88 puntos, 29 partidos consecutivos sin perder y ascendido en abril, en la jornada 34.

 

Huesca como cierre
En la vuelta a Primera Alberto Marcos continuó acumulando minutos. 29 partidos como titular en la 2007-08 y 33 en la 2008-09 pusieron en valor al lateral, a esas alturas un vallisoletano más.

Por desgracia, su último año como jugador blanquivioleta fue triste. El equipo no logró el objetivo y en un igualado final de temporada 2009-10 cayó en puestos de descenso. Primero con Mendilibar en el banquillo, hasta la jornada 20, luego con Onésimo durante diez partidos, y por último con Clemente, el cuadro castellano finalizó un punto por debajo de la permanencia. Un año en el que el capitán jugó menos minutos, 1.500, en competencia directa por el puesto con un joven Barragán fichado ese curso, y con Asier del Horno incorporado en el mercado invernal. Un carril izquierdo por el que pretendía asomar también Yuri Berchiche, entonces con 19 años.

Con profundo pesar, el ‘3’ dijo adiós al club de su vida. Fue entonces cuando el conjunto aragonés apareció, buscando consolidarse en Segunda División. Los oscenses habían escalado a la Segunda División en la 2008-09, por primera vez en su historia (sí lo hizo siendo la UD Huesca en los años 50). Y quisieron hacerse fuertes en la categoría.

En la 2010-11 recurrieron al vallisoletano Onésimo Sánchez para el banquillo. Una relación muy afianzada ya que él fue el entrenador en el tramo final de la temporada del inolvidable ascenso a Plata, en un 2008 grabado en la afición de la SD Huesca.

A sus 36 años, Alberto Marcos afrontaba la que sería su última temporada en el fútbol profesional. Allí, como en Valladolid, se ganó la titularidad a base de trabajo, carácter, calidad y, ahora, también veteranía. 33 partidos disputados que contribuyeron a obtener un curso sin peligro para los oscenses, quienes finalizaron en la zona media de la tabla.

 

Del campo al despacho
Tras 15 años y 471 partidos como blanquivioleta, el camino vital del capitán estaba irremediablemente en Valladolid. Aquel lateral diestro que hizo su carrera por la izquierda quedó vinculado para siempre con el Pucela, ocupando el puesto más privilegiado en la cima de futbolistas que más minutos han disputado con el Real Valladolid. Sus 15 temporadas solo las iguala Minguela, y sus 40.435 minutos están muy por encima de los 36.399 de Moré, en segunda posición.

Por eso, Marcos regresó al Club de su vida. Lo hizo en un rol diferente, desde los despachos, para liderar la dirección deportiva durante dos temporadas, la 2012-13 y la 2013-14. Después de eso ejerció otras funciones dentro del Pucela, vinculadas a la coordinación de cantera y la promoción de jóvenes talentos. Un sentimiento blanquivioleta enorme que siempre late, como quedó demostrado el pasado noviembre cuando él fue uno de los encargados de entregar las insignias a los abonados que más años ininterrumpidos cumplían.