Hay una conexión especial entre Ceuta y Valladolid. Historias humanas que unen dos puntos lejanos en la geografía, sin aparentemente mucho en común, que hablan de hacer propias unas raíces que en principio son ajenas. Personas nacidas muy lejos del Pisuerga pero que han teñido su corazón de blanquivioleta y han conquistado a la afición con su profesionalidad y respeto eterno por el Pucela.
Anuar Mohamed Tuhami es el ejemplo más reciente. Con 13 años el ceutí, nacido en 1995, tuvo la valentía de dejar atrás su tierra y a su familia para venir al Real Valladolid. Superadas las pruebas, el adolescente hizo de la Residencia de Jóvenes Jugadores su nuevo hogar y se forjó una identidad a medida que fue creciendo como futbolista, quemando etapas en los equipos base hasta debutar en Copa del Rey con el primer equipo con 19 años.
Con Ceuta en el recuerdo, pero con alma castellana, Anuar recibió el pasado mayo la insignia de Oro del Real Valladolid después de 162 partidos oficiales como jugador del primer equipo blanquivioleta a lo largo de diez temporadas. Años en los que demostró su entrega en el campo y, sobre todo, su compromiso e identificación con el Club y Valladolid. Este viernes 15 de agosto regresa a la que es su casa, Zorrilla, con la camiseta del club de su ciudad natal, el AD Ceuta.
Pero hay más. Porque los ceutís que llegan al Real Valladolid hacen de estos colores su hogar para siempre, ganándose el cariño y respeto de la familia castellana.
Los hermanos Lesmes, leyendas en Zorrilla
Sin lugar a duda, la Ceuta en la que nació Anuar muy poco se parecería a la Ceuta en la que nacieron Francisco y Rafael Lesmes Bobed. Una pareja de hermanos que llegaron al mundo en 1924 y 1926 respectivamente y que se abrieron paso como futbolistas profesionales en su propia ciudad para después hacer del Real Valladolid Deportivo su lugar seguro.
Paco Lesmes, conocido posteriormente por Lesmes I al ser el mayor, fue fichado por el Pucela en la temporada 1949-50, procedente del Granada tras haber destacado ya en el SD Ceuta, en Segunda División. El Pucela necesitaba reforzar su defensa -en la que iba a ser su segunda temporada en la máxima categoría del fútbol nacional- y confió en este ceutí quien, además, vino con un ‘regalo’: el jugador pidió la incorporación de su hermano, de 22 años, que jugaba en el Atlético Tetuán, a 40 kilómetros de Ceuta.
Así es como Lesmes I y Lesmes II llegaron a una, para ellos, desconocida Valladolid. No lo sabían aún, pero en aquella ciudad que les acogía iban a encontrar su presente y su futuro hasta el día de su muerte muchas décadas más tarde.
12 temporadas en el primer equipo dejaron de Paco una huella imborrable, con paso también por la Selección Española. Dos descensos y un ascenso sazonan una historia que continuó en los banquillos, donde Lesmes I estuvo tres temporadas, la primera de ellas, la 1960-61, con la doble figura de jugador-entrenador.
Un reencuentro para quedarse en Valladolid
Precisamente esa temporada 1960-61 fue el reencuentro de los dos hermanos en Valladolid. Y es que Lesmes II recaló, en el año 52, en el Real Madrid, donde permaneció ocho temporadas antes de volver a vestir de blanquivioleta para acabar su carrera deportiva en Pucela, precisamente bajo las directrices de su hermano como míster.
Es así como dos ceutís se convirtieron, por mérito propio, en leyendas de un Real Valladolid que en el año 1950 alcanzó la final de la Copa del Rey. Rafael Lesmes jugó 130 encuentros oficiales como blanquivioleta, en cinco temporadas, mientras que Paco participó en 323 partidos, todos ellos como titular, lo que le lleva a estar entre los diez futbolistas con más partidos en la historia del Club. Ambos fueron piezas elementales en lo que la afición apodó como ‘El muro de Pisuerga’, junto a José Luis Saso bajo palos y a Román Matito (también procedente del Atlético Tetuán).
Pero su vinculación fue más allá. Tras tantos años, Valladolid era su tierra. Aquí echaron raíces, aquí ampliaron su familia, aquí hicieron patria. Tanto, que Lesmes I finalizó su etapa laboral trabajando en el Club como encargado de las instalaciones hasta su jubilación en 1996. Tanto, que aquí fallecieron ambos, Paco en 2005, Rafael en 2012, reposando para siempre, respectivamente, en los Cementerios de Las Contiendas y El Carmen.