Un partido en sábado. Algo a lo que hoy estamos tan acostumbrados era realmente extraño unas décadas atrás. No jugar en domingo tendría que responder a causas extraordinarias, un motivo de mucho peso, un hecho relevante. Aquel 23 de abril de 1978 lo fue.
Castilla y León reivindicaba su autonomía. Era un contexto de cambio, la transición de la dictadura a la democracia. Un escenario en el que las regiones en España reclamaron por sus derechos y por la capacidad propia de gestionar sus recursos. Nuestra región fue una de las primeras en solicitarlo (después de Cataluña, País Vasco, Galicia, Valencia y Andalucía), el latir de la población aquí era el de conseguir ese estatus, y los parlamentarios se afanaron para llegar a un acuerdo antes de una fecha tan señalada como Villalar.
Aquel domingo 23 de abril, el Real Valladolid debería haber recibido al Granada CF en el Estadio José Zorrilla. A priori iba a ser un duelo entre dos equipos candidatos a ascender, ambos encuadrados en Segunda División. Pero la realidad deportiva fue muy diferente. Fútbol y política convergían en una misma fecha, y el foco principal estaba puesto no en la pelota, sino en Moncloa y en el pequeño municipio vallisoletano.
Villalar, amanecer de Castilla
En prensa, la atención en esos días estaba enfocada en las negociaciones por la preautonomía y en los preparatorios de la fiesta de Villalar. En columnas de opinión se podían leer las reclamaciones de los ciudadanos, encaminadas en la “reordenación de nuestros recursos y planificación de estos en beneficio del pueblo castellano-leonés”.
Había muchas demandas que los colectivos solicitaban incluir en ese anhelo. Mucha ilusión, esperanza y ambición. Todos volcados en el “Día de la región”, un grito por la autonomía propia, por “hacer frente con nuestros propios instrumentos de poder regional a los gravísimos problemas que padecemos y conocemos: esencialmente salir del subdesarrollo iniciando un camino de progreso” se podía leer los días previos en el Diario Libertad, compartiendo espacio informativo con la huelga estatal en la EGB y con la abolición de la pena de muerte en España.
Ante esa creciente expectativa, el Real Valladolid tomó una decisión nada habitual: adelantar el partido del domingo. Así se recoge en el Libro de Actas del Club, con fecha de 11 de abril de 1978, cuando en Junta Ordinaria “se acuerda que el partido Real Valladolid – Granada que se iba a jugar el domingo día veintitrés a las cinco de la tarde, se adelante al sábado día veintidós a las veinte horas y cuarenta y cinco minutos. El motivo es que en la fecha señalada en principio se celebrará en Villalar los actos de pre – autonomía de Castilla y León y se espera que asista mucha gente de Valladolid que podría perjudicar la taquilla”.
El sábado 22 se confirmó la noticia tan esperada, la que rezaba “Acuerdo preautonómico para Castilla y León” que, a la espera de ser aprobado en el Consejo de Ministros, allanaba el camino de la región a su propia autonomía. La actualidad política mandaba sobre la deportiva en un día de partido deslucido por la situación clasificatoria.
Triunfo 3-0 con goles de Díez, Aragón y Moré
Por la tarde-noche en aquel José Zorrilla la realidad es que se vivió un partido triunfante pero insulso. El Real Valladolid venía de tres partidos decepcionantes y llegaba a esta jornada 35 en Segunda División prácticamente sin opciones, en décima posición, a cinco puntos del ascenso y también cinco sobre el descenso, a falta de ocho puntos por disputar. Exactamente la misma situación vivía el Granada CF, igualado a puntos.
Se habló esos días de lo positivo que podía resultar para la taquilla el cambio de fecha del encuentro por los actos en Villalar. Las previsiones eran que al municipio vallisoletano donde ajusticiaron a Bravo, Padilla y Maldonado acudirían en torno a 150.000 personas, y se esperaba que el sábado a Zorrilla sí pudiera acudir la afición, que acostumbraba a hacer buena entrada en los partidos como locales, más si la temperatura acompañaba.
El 22 de abril de 1978 deparó una noche casi veraniega, recuerdan los periódicos. Llácer reaparecía bajo palos, capitán del equipo, en un duelo que “resultó soporífero y el Granada apenas puso oposición”, cuenta El Norte de Castilla. Los goles de Díez, Aragón y Moré dejaron los dos puntos en casa para el 3-0 final.
Aquella fue, a la postre, la última victoria de la temporada. El Pucela finalizó en séptima posición y el ascenso tendría que esperar unos cursos más, hasta el feliz 1979-80 (aún sin el Estatuto de Autonomía aprobado).
Más de 200.000 en Villalar
El domingo, Villalar de los Comuneros vivió uno de los momentos cumbre del castellanismo. Una fiesta a la que se acercaron cerca de 200.000 personas que abarrotaron la campa, celebraron, bailaron jotas y reivindicaron su identidad, raíces y patrimonio.
La noticia de la preautonomía trajo ese primer paso hacia el objetivo. Un camino que sería largo y tortuoso, no obstante, hasta culminar el 25 de febrero de 1983 cuando las Cortes Generales, mediante Ley Orgánica, aprobaron el Estatuto de Autonomía de Castilla y León, junto con los de Madrid, Extremadura y Baleares. Irónicamente, una de las primeras regiones en solicitarlo fue, a la postre, una de las últimas en conseguirlo; enmarañada en desencuentros, tensiones territoriales (finalmente Cantabria y La Rioja tuvieron estatuto propio), polémicas por la capitalidad, enfrentamientos por competencias y desavenencias que llevaron, incluso, a ser uno de los pocos estatutos autonómicos que no fue refrendado por los ciudadanos.
Aunque aquel 23 de abril la sensación era de optimismo. Desde el viernes, miles de castellanos y leoneses llegaron a Villalar para acampar en la explanada. A las doce de la mañana del sábado, rezaba El Norte de Castilla del domingo, ya había 5.000 personas colocando sus puestos y tiendas de campaña. Las quejas en aquella edición fueron en relación con la escasa organización de un evento que registró algunos incidentes, con un pequeño número de personas detenidas.
A pesar de todo se bailó y se rindió homenaje “a una tierra, a unos deseos y a unos héroes”, firmaba Diario Libertad el lunes 24, que recogía que hubo una voz unánime al grito de "Castilla, entera, se siente comunera". Sin duda, millares de personas que honraron la figura de aquellos guerrilleros que lideraron las reclamaciones castellanas en 1521 y cuyos nombres, Juan de Padilla, Juan Bravo, Francisco Maldonado, María Pacheco, Antonio de Acuña, siguen en el recuerdo.