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El gol que vino de San Sebastián

El potencial ofensivo que ha recalado en Pucela desde Guipúzcoa se concreta en cuatro nombres propios que, en distintas décadas, fueron capaces de ganarse el cariño de la afición

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Quesito blanquivioleta: ¿Qué donostiarras han vestido la camiseta del Real Valladolid? Una rápida búsqueda arroja el resultado, once jugadores. Pero vamos a complicarlo un poco. ¿Qué futbolistas formados en Zubieta fueron luego blanquivioleta? Y de ellos, ¿cuántos cuentan con el cariño de la afición gracias al recuerdo de sus goles? Esta semana hacemos parada en el norte de España para recuperar los goles que vinieron de San Sebastián.

Posiblemente hay un nombre que haya venido enseguida a la cabeza. No solo por ser el último, sino por su carisma, su garra y los felices momentos que se vivieron en Zorrilla gracias a él hace menos de veinte años. Con sus primeros recuerdos futbolísticos formados en la playa de Hondarribia, a 20 kilómetros de San Sebastián, Joseba Llorente llegó al Pucela en la temporada 2005-06 después de crecer como jugador en la Real Sociedad B y, posteriormente, en la SD Eibar. Aquí se ganó muy pronto el respeto de la familia blanquivioleta, que le abrazó como uno más, reflejándose en esas carreras en la presión, en esa capacidad goleadora, en esa sonrisa que cautivó a niños y adultos.

Llorente fue uno de los protagonistas del Real Valladolid de los récords, a las órdenes de Mendilibar. Sus 17 goles en Segunda División regalaron grandes tardes de fútbol, y su tanto en Huelva aseguró la permanencia al curso siguiente, su último al servicio castellano antes de ser traspasado al Villarreal.

Aquel espigado delantero, desgarbado pero letal, compartió vestuario en Zorrilla con otro ‘9’ nacido en Donostia, aunque formado en la cantera del Athletic. Un futbolista que llegó a Valladolid en la 2004-05 procedente del Burgos CF, en 2ªB, pero que muy pronto demostró su enorme potencial. Con solo 23 años Aritz Aduriz firmó 14 tantos en su primer año como blanquivioleta, en Segunda División, y acumuló seis en medio año en la 2005-06.

El delantero donostiarra dejó sobradas muestras de su extensa calidad y de un crecimiento que no vislumbraba techo. Fue tal la mejoría del ariete en Zorrilla que, en el invierno de la 2005-06, un Athletic Club luchando por la permanencia insistió en su fichaje. Una operación que si bien restaba potencial ofensivo al Pucela sirvió de cuerda de salvación al Club en un momento de fragilidad económica, por lo que su salida favoreció, a medio plazo, la viabilidad del Real Valladolid.

 

Una mirada al pasado
Los recuerdos en color están muy presentes en la memoria colectiva de los aficionados blanquivioletas, para quienes Llorente y Aduriz están elevados al altar futbolístico. Pero la conexión entre Guipúzcoa y Valladolid se remonta muchos años atrás, cuando ese otro fútbol en blanco y negro sembraba la semilla presente.

Hay que viajar a la San Sebastián de 1919, a la España del turnismo, la de la restauración borbónica y una realidad política inestable. Solo un par de meses después de las elecciones generales nació en la capital vasca Joaquín Lizosoaín Gortázar, ‘Chachín’, quien a sus 21 años fichó por el Real Valladolid para vivir como blanquivioleta tres temporadas futbolísticas marcadas por la dramática situación de un país que buscaba sobrevivir entre la miseria y las ascuas de la Guerra Civil.

De hecho, el deportista se incorporó al conjunto blanquivioleta ya que en Valladolid empezó a estudiar Derecho. Hombre de letras que desarrolló, más allá del fútbol, su carrera profesional como militar. Y fue esa misma la que lo separó de Valladolid tras unos años, una ciudad a la que sin embargo volvió para seguir examinándose de sus estudios.

En su primer año, el curso 1940-41, Lizosoaín sumó 14 goles aportando desde el extremo, su posición habitual. Uno de ellos ha pasado a la posteridad ya que se trata del primer tanto local en el Viejo Estadio José Zorrilla, inaugurado en 3 de noviembre de 1940. El Pucela militaba en Segunda División, de la que a punto estuvo de escapar -hacia Primera- en la 1942-43 en la que el atacante vasco sumó seis goles para finalizar en segunda posición, disputar la promoción a la élite y caer en la final ante el Granada CF, que defendía su plaza en la máxima categoría. Tras aquella temporada el futbolista volvió a casa, fichando por la Real Sociedad.

Lizarralde, en Zorrilla.

Por último, es necesario recordar a un futbolista que por méritos propios está en el salón de la fama blanquivioleta. No en vano firmó 268 encuentros oficiales con el Real Valladolid, marcando 83 goles a lo largo de nueve temporadas entre 1967 y 1976. José María Lizarralde Madina recaló a orillas del Pisuerga tras su paso por el Sevilla para desarrollar su carrera en el Pucela, donde llegó a ser capitán y un futbolista muy querido por la afición. No obstante, esta es otra historia ya que, aunque Guipuzcoano, el jugador no tuvo paso vital ni profesional por San Sebastián ya que nació en Legazpi, municipio de interior de la provincia vasca, y debutó en el Indauchu bilbaíno.