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Historia

El ‘sargento de hierro’ que dejó huella en Valladolid y en Las Palmas

Heriberto Herrera ascendió a los blanquivioleta en 1962 y salvó a los ‘pío-pío’ dos décadas después

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Recordado como un gran defensa central en su Paraguay natal y en el Atlético de Madrid, las continuas lesiones obligaron a Heriberto Herrera en 1959 a colgar las botas de manera prematura, con solo 32 años. Caracterizado por su fuerte carácter y su ambición por ganar, su breve paso por Valladolid dejó huella y comenzó a escribir su memorable historia.

Uno de sus primeros clubes fue el Pucela, al que llegó el 4 de abril de 1962 para disputar la promoción de ascenso a la máxima categoría. En un momento convulso para el club blanquivioleta después de la salida de Manuel Soler, el técnico paraguayo llegó, vio y venció como si del mismo Julio César se tratase.

 

Impacto inmediato en Valladolid
El inicio de la 1961-62 prometió felicidad al cuadro castellano. Con Lesmes como entrenador se completó una primera vuelta magnífica, asentados en el liderato con diez triunfos en 15 partidos, y habiendo goleado al segundo clasificado, el Dépor. Pero, tras la derrota en la jornada 16, el técnico ceutí presentó su dimisión. En los papeles de la época se aseguraba que Lesmes estaba insatisfecho con el rendimiento y la indisciplina de sus futbolistas, y desde la directiva se aceptó su dimisión ensalzando su figura: pasó a ocupar la Secretaría Técnica, creada ex profeso para él.

Sea como fuere, ya con el exblanquivioleta Soler en el banquillo, el Real Valladolid no encontró esa brillantez de la primera mitad pero logró mantener el pulso para acabar en la segunda posición, la que daba derecho al playoff por el ascenso contra un Primera División. Con los deberes hechos, tras la penúltima jornada Soler también presenta su dimisión y el Real Valladolid se ve en la difícil papeleta de encontrar un nuevo entrenador para los dos partidos decisivos.

El rival en esa eliminatoria por alcanzar la máxima categoría sería el RCD Espanyol, favorito, en lo que podría suponer el primer descenso de la historia del conjunto perico. La ida estaba fijada para el 29 de abril de 1962, en Sarriá, y el 4 de ese mismo mes llegó a Pucela Heriberto Herrera, con el aval de haber ascendido al CD Tenerife la pasada campaña en una de sus primeras experiencias como técnico.

Esta vez sí que tiene eco la presencia del Valladolid en Barcelona. Todos los periódicos dedican largos reportajes e incluso el Mundo Deportivo le dedica una plana entera. Se ha gastado más tinta sobre este partido que la suma de todas las visitas del Valladolid a la Ciudad Condal en los doce años de su paso por Primera División”, escribió El Norte de Castilla el mismo día del choque.

Julián Arcas, entrenador del cuadro blanquiazul, aseguró en la previa que necesitaban “tres goles de diferencia para ir tranquilos a Zorrilla”, pero el duelo fue por otros derroteros. “En un gran partido a la defensiva, el Valladolid perdió por la mínima diferencia frente al Español”, tituló el propio diario castellano la crónica del encuentro. Y es que el resultado fue de 1-0 y todo se decidiría en el feudo pucelano. Heriberto Herrera ya había impregnado a sus pupilos la dura actitud que le caracterizaba y solo faltaba transformarla en goles en la vuelta.

A pesar de un primer tiempo anodino en Zorrilla, en el segundo se obró la gesta. Aupado por la afición, el Pucela remontó gracias a los goles de Juan José García y Rodilla, este último a tan solo dos minutos del pitido final. “Heriberto Herrera ha cumplido con extraordinario espíritu una labor casi agotadora para él y para sus muchachos, consiguiendo en menos de un mes poner a punto un equipo en el que, habiendo valores de calidad, no acababa de componer el que es y que debía ser, ni dar la sensación de merecer figurar entre los grandes”, resaltó de nuevo El Norte de Castilla el 8 de mayo de 1962, dos días después del ascenso.

Aunque los diarios de la época prácticamente aseguraban que el técnico guaraní continuaría en el Real Valladolid, sus caminos se separaron una vez conseguido el objetivo debido a las diferencias económicas. Su trayectoria en el club pucelano fue corta pero extraordinaria, y su camino siguió en los banquillos del RCD Espanyol y el Elche CF.

 

El ‘sargento de hierro’ en Italia
Era 1965 y la Juventus atravesaba una época difícil en lo deportivo. La escuadra de Turín decidió contratar a Heriberto Herrera, que inmediatamente fue comparado con el técnico del Inter de Milán y también exentrenador del Pucela, el gran Helenio Herrera, por la clara similitud en sus nombres. El entrenador paraguayo cumplió las altas expectativas y le arrebató la Copa de Italia al propio equipo ‘nerazzurro’ en 1965, así como un título de liga en 1967.

En el país transalpino se labró el apodo que le acompañó durante el resto de su carrera: el ‘sargento de hierro’. Este apelativo se entiende mejor con el testimonio de Gianfranco Zigoni, uno de los futbolistas a los que dirigió: “No quiero llamarlo dictador, pero casi”.

 

Broche final en Las Palmas
Heriberto Herrera pasó casi un año alejado del fútbol, hasta que recibió la llamada de la UD Las Palmas antes de comenzar la 1975/76. En su regreso a España, consiguió la salvación con el conjunto grancanario, además de victorias para el recuerdo en la isla contra el FC Barcelona (3-1) o el Atlético de Madrid (2-0).

Quitando su larga estancia en la Juventus, Herrera nunca estuvo más de dos temporadas consecutivas en ningún club, y en aquella ocasión no fue diferente. Abandonó el cuadro ‘pío-pío’ y pasó por otros tres equipos (Valencia CF, RCD Español y Elche CF) en las campañas posteriores.

Con 55 años, la carrera del ‘sargento de hierro’ parecía haber llegado a su fin, pero todavía tenía un último servicio que prestar. Tras 22 jornadas disputadas del campeonato liguero 1981/82, la UD Las Palmas ocupaba puestos de descenso a Segunda División y acudió a Heriberto Herrera para salvar la categoría. En las doce fechas que estuvo al mando no perdió en el Estadio Insular de Gran Canaria y de nuevo batió a gigantes como el Real Madrid (1-0) o el Valencia CF (3-0).

Derrotó también a su máximo rival por la permanencia, el Cádiz CF (2-0), en la antepenúltima fecha, y solo necesitaba sumar un punto de los últimos cuatro para mantenerse. Como por obra del destino, la salvación del equipo canario llegó tras empatar a uno ante el Real Valladolid el 18 de abril de 1982, casi veinte años después de aquel ascenso en Zorrilla y puso el punto final a su magnífica trayectoria.