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Historia

Los hijos blanquivioleta del 'Queso mecánico'

La saga de Daniel Aquino y José Luis Zalazar, con buen recuerdo como jugadores en Albacete, continuó en el Real Valladolid con la presencia del 'Torito' y de Kuki

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Es indiscutible que la pasión por los colores, antes de ser capaz de tomar conciencia de lo que significa el sentimiento de pertenencia, llega por descendencia. Es un sentimiento que pasa de generación en generación, que se vive por el ejemplo y la vocación de madres y padres. Una transmisión que en el caso de la habilidad técnica no tiene tan clara la línea sucesoria y su aparición es mucho más exclusiva.

Esta es la historia de dos padres talentosos y sus respectivos hijos que sí heredaron esa capacidad. Un uruguayo nacido en 1963 y un argentino que llegó al mundo en 1965. Dos personas sin nada en común más allá de su oficio, el de futbolista, a los que el destino conectó en el tiempo, la temporada 1991-92, y en el espacio, Albacete.

Cuando Daniel Toribio Aquino Antúnez llegó al conjunto manchego para ser parte de un ‘Alba’ que aquel curso consolidó el apodo del ‘Queso mecánico’, no llegó solo. Con él estaba otro Daniel, su hijo, nacido apenas unos meses antes, cuando estaba en Murcia. El argentino coincidió en el vestuario con José Luis Zalazar Rodríguez, uno de los protagonistas del primer ascenso a Primera de los manchegos, un uruguayo que se convirtió a la postre en uno de los jugadores históricos de la entidad y que, en su segunda etapa allí, en 1998, también llegó con otro recién nacido bajo el brazo, su hijo José Luis.

En la 1991-92 ambos padres conocieron de primera mano al Real Valladolid. En Zorrilla jugó Zalazar un 6 de octubre, y en el Carlos Belmonte goleó Aquino un 1 de marzo. Obviamente, ninguno pudo adivinar que el blanco y el violeta entraría en sus vidas unas décadas más tarde.

Aquino, un ascenso sin minutos
El paso por Albacete del argentino Aquino, el ‘toro’ como le apodaban, se prolongó tres temporadas, en dos épocas distintas. Jugó la 1991-92 y volvería en la 1996-97 para estar allí hasta el mercado invernal de la 1997-98. Mientras que el poso que dejó Zalazar en la tierra de los molinos tuvo más peso, con el mencionado ascenso en su bolsillo, cinco temporadas seguidas en Primera y el retorno allí en la 1998-99, lo que fue su última experiencia profesional en España. 76 goles celebró con la camiseta blanca y negra.

Aunque hubiesen querido, ninguno de los dos deportistas ha podido realmente coger distancia con el fútbol a pesar de la retirada. Porque el pequeño Daniel, nacido en Murcia en 1990, pronto despuntó en el campo, en la misma posición que su padre, de delantero. Con 17 años debutó en Primera División en las filas del Real Murcia y participó con la sub19, aunque no llegó a producirse esa eclosión en las filas murcianas. Es por eso que, en la 2011-12, el jugador llegó al primer equipo del Real Valladolid.

Sin embargo, aquella sonrisa y carismática del delantero tampoco brilló en Zorrilla. En un año muy feliz para la afición blanquivioleta, año de regreso a Primera con Djukic a los mandos y aquel ‘Somos Valladolid’ que permeó como identidad en la familia pucelana, el puesto de ‘9’ tenía un nombre propio indiscutible. El gol se llamaba Javi Guerra, con un poderío indiscutible en un ataque acompañado por Sisi, Óscar y Nauzet. Los pocos minutos que no ocupaba el delantero en la punta los jugaba Manucho, por lo que Aquino apenas tuvo relevancia. Con el ascenso en su currículo, eso sí, el ‘torito’ hizo las maletas rumbo Oviedo.

Zalazar, Valladolid para seguir el camino de su padre
Aunque José Luis padre jugaba en España, su hijo nació, al igual que él, en Montevideo. En mayo de 1998 llegó el primer hijo del futbolista quien, tras destacar en 2ªB con el FC Cartagena, fichó por el filial del Real Valladolid en busca de crecer como profesional, de seguir la estela de su padre.

‘Kuki’, como se le conoce al hijo, debutó con el primer equipo blanquivioleta en aquella primera temporada en Valladolid, la 2018-19. Lo hizo en Copa del Rey, mientras que con el filial se convertía en una pieza importante. Emulando a su padre, aportando goles desde el centro del campo, su papel fue relevante para que el Promesas llegase a jugar la fase de ascenso a Segunda División en la temporada 2019-20, con Javier Baraja como entrenador.

En sus tres temporadas con el filial vallisoletano Zalazar acumuló más de 6.000 minutos de juego y 20 goles. Además, debutó en Primera División con el primer equipo a sus 22 años, en enero de 2021.

El 'torito' y Kuki, vestuario compartido
La 2020-21 fue la última campaña de Zalazar como blanquivioleta. Además de su crecimiento como jugador, en Valladolid tuvo a su primera hija, por lo que las raíces del futbolista quedan ligadas para siempre a esta tierra. Su carrera continuó en la SD Ponferradina.

El destino, caprichoso, en uno de sus impredecibles giros, permitió que Aquino y Zalazar volvieran a compartir vestuario. A través de los hijos, aquellos que llegaron a ser referentes del Albacete Balompié se reencontraron recientemente continuando una historia que aún no ha escrito su final.

Con ocho goles en 32 partidos, Daniel Aquino Pintos fue uno de los hombres que hizo posible que la AD Ceuta FC esté este año en Segunda División. Su olfato de delantero contribuyó al ascenso ceutí en la pasada 2024-25. Y es posible que alguna asistencia viniera desde las botas de José Luis Zalazar Martínez, quien participó en 16 partidos, sumando tres goles más, para hacer realidad el sueño del Ceuta.

No sabemos si este 15 de agosto de 2025 José Luis padre estaría en las gradas de aquel templo que pisó por primera vez en el otoño de 1991. La certeza es que su hijo sí volvió a pisar Zorrilla, titular en la AD Ceuta FC. Tampoco si Daniel padre irá a ver los encuentros de su retoño, ahora en las filas del UCAM Murcia, en la ciudad de adopción de los Aquino. Lo que sí se puede intuir, porque es el mismo sentimiento que cada padre y cada madre blanquivioleta vive cuando sus pequeños se enfundan la camiseta del Pucela y animan desde las gradas del Estadio, es que Daniel y José Luis estarán orgullosos de sus pequeños -siempre serán sus pequeños- que han dado lo mejor de sí para seguir los pasos deportivos de sus progenitores.