Ofrenda final
El Real Valladolid rindió tributo a la memoria de Arellano en el Mausoleo de Viejos Cracks de Colo-Colo
Como no podía ser de otra manera, el Real Valladolid no quiso despedirse de Santiago de Chile sin visitar la tumba de David Arellano, el mártir que unió para siempre los caminos blanquivioleta y colocolino. Liderados por Torres, Koke y Garriel, los tres vallisoletanos que fueron titulares en el partido de vuelta del Desafío Centenario, una expedición del Pucela acudió al cementerio General de Santiago para realizar un sobrio y sentido homenaje. Un acto muy castellano a casi 11.000 kilómetros de casa.
Arellano falleció en Valladolid el 3 de mayo de 1927 y, tras una colecta popular en la que colaboraron españoles y chilenos, en 1929 fue trasladado desde el cementerio de El Carmen a su país natal en un barco que viajó desde Vigo a Valparaíso, al sur de la capital. Unos treinta años después, ingresó en el Mausoleo de los Viejos Cracks de Colo-Colo. Allí reposan futbolistas importantes, como Robledo o Beyruth, entre muchos otros. También María del Rosario Moraga, madre de los hermanos Arellano, y primera socia de la entidad popular.
Curiosamente, en el Mausoleo descansa también Ferenc Platko, hermano de Esteban, el primer técnico en la historia del Real Valladolid.
Mientras los albos jugaban su partido liguero ante el O’Higgins, una delegación colocolina encabezada por el presidente del club social y deportivo, Edmundo Valladares, y por la leyenda Carlos Caszely recibió a los representantes Pucela, dispuestos a mostrar el respeto pertinente a la figura del fundador. Flores blancas, violetas y negras para volver a entender la magnitud de Arellano, para honrar su recuerdo y escenificar una vez más la unión eterna entre Real Valladolid y Colo-Colo.