De la casualidad nacen las grandes historias. De los momentos inesperados que desembocan en días inolvidables, de los encuentros fortuitos que originan relatos eternos, de los caminos invisibles que nos conducen por la vida, a veces de manera paralela a otras personas, otras de formas cruzadas. Esa fuerza del destino, esa casuística, une a Real Valladolid y UD Almería.
El recorrido de castellanos y andaluces comenzó a entrelazarse en el siglo XXI. Tras un fugaz paso en la década de los 90, los almerienses se afianzan en el fútbol profesional español a partir de la 2002-03. Allí, en Segunda, conocerán a los pucelanos, en una 2004-05 que fue la primera vez de uno y otro en Zorrilla y los Juegos del Mediterráneo.
Aquel encuentro casual daría lugar a seis años ininterrumpidos de relación, con un momento álgido que ya es historia en cada Club, una fecha que hace sonreír por igual a vallisoletanos y almerienses. Liderados por dos entrenadores ya míticos, dos vascos de carácter, ganadores, da igual el tiempo que pase que el año 2007 permanecerá en el recuerdo.
Ascenso emblemático
Un buen punto de partida para explicar cómo 2007 marcó a blanquivioletas y rojiblancos está en el verano de 2006. Al banquillo almeriense, de la mano de Roberto Olabe, llegó un prácticamente desconocido Unay Emery, técnico nacido en Hondarribia en 1971 (precisamente, el municipio del delantero centro de aquel momento en el Pucela, el queridísimo Joseba Llorente). Al vallisoletano, bajo la batuta de Caminero y Víctor Orta, arribó otro entrenador vasco, nacido en Zaldibar en 1961, quien comenzaba a forjar su leyenda. Su nombre, José Luis Mendilibar.
Demasiados nombres cruzados, muchas coincidencias, presentes y futuras. Y pasó lo que ambas aficiones soñaban.
Mendilibar llevó al Real Valladolid a un récord histórico y un ascenso inigualable. Aquel 22 de abril en Tenerife se confirmó el ascenso, y el 23, Día de Castilla y León, esa pasión desbordó el centro de Pucela. El equipo acabó como campeón de Segunda División y el técnico se ganó para siempre, por sus resultados y su forma de ser, el cariño de los vallisoletanos.
Emery lo consiguió un mes más tarde, el 19 de mayo. La UD Almería, tras ganar en casa a la SD Ponferradina, era por primera vez en su historia equipo de Primera División. No hace falta decir lo que eso supone para un Club. Los almerienses acabaron segundos, ocho puntos por detrás del Pucela, 17 de colchón con el cuarto (en la época en la que los tres primeros subían directos).
Años de separación
Tras seis años compitiendo el uno contra el otro, el descenso del Pucela en 2010 interrumpió esa relación. Aunque los caminos se volverían a cruzar pronto, en una 2011-12 que fue feliz para los castellanos con el ascenso en el playoff bajo el liderazgo de Djukic, y no tanto para un Almería que se quedó a las puertas de esas eliminatorias.
De nuevo, pasaron unos años hasta volver a verse en Segunda División. Las escuadras coincidieron en la 2015-16 para vivir tres cursos consecutivos en la categoría de plata, de la que salió el Real Valladolid con el ascenso de la 2017-18 con Sergio González; un año muy complicado para los andaluces, quienes se salvaron por golaveraje.
Así se llega a la década de los años 20 del 2000, convulsa en lo deportivo para ambos. En estas cinco temporadas los andaluces llevan un ascenso y un descenso, mientras que los vallisoletanos acumulan tres descensos y dos ascensos en una secuencia que pone a prueba la estabilidad emocional de la afición.
2021-22, alegría en el último suspiro
Quince años después de aquel 2007, Valladolid y Almería volvieron a celebrar juntas. De nuevo, caminos cruzados que desembocaron en el mismo mar, el de la felicidad. De nuevo, nombres comunes que unen los hilos. El de Rubi, ex del Pucela y técnico del ascenso andaluz. El de Joaquín, almeriense de cuna y formación que lideraba la zaga blanquivioleta en el equipo liderado por Pacheta. El de De la Hoz, que sabe lo que es ascender con ambos.
A diferencia de 2007, en esta 2021-22 tocó sufrir hasta el último suspiro. Las últimas tres jornadas fueron un pulso a tres entre UD Almería, SD Eibar y Real Valladolid. A la última fecha se llegó con vascos y andaluces empatados a 80 puntos, y castellanos con 78. Y ya se sabe lo que pasó aquel 27 de mayo de 2022, un episodio muy reciente que se vivió con tensión hasta el último segundo: LA UD Almería empató en Leganés (2-2), el Real Valladolid superó a la SD Huesca (3-0) y, en el tiempo de descuento de la segunda mitad, la AD Alcorcón ganó a la SD Eibar (1-0). La locura se desató.
Quince años pasaron, pero una vez más el fútbol llenó de alegría al mismo tiempo dos ciudades tan separadas geográficamente.
¿Qué historia toca ahora?
Ya han pasado cuatro años desde aquel ascenso. UD Almería y Real Valladolid vuelven a encontrarse en Segunda División, con esa aura de ser talismanes el uno hacia el otro. Una conexión que a punto estuvo de prolongarse mucho tiempo atrás ya que en la temporada 1978-79 el extinto AD Almería quedó líder y ascendió, y los vallisoletanos se quedaron fuera por golaverage en un final de competición en el que cinco equipos separados por solo un punto se jugaron dos plazas en la última jornada.
En este siglo XXI, de los cinco ascensos blanquivioleta en cuatro estaba presente el Almería en la competición. De los tres ascensos andaluces, en dos competía contra los pucelanos. Para poner en contexto, blanquivioletas y rojiblancos han coincidido en Segunda en ocho temporadas, y la mitad de ellas han finalizado con el Pucela de vuelta a Primera. Un destino sellado que se pondrá a prueba en el presente curso, el que es el noveno con ambos equipos juntos en la categoría de plata.