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Promesas

Un cuarto de siglo de pasión en el Promesas

Yarza cumple 25 temporadas como delegado del filial del Real Valladolid, con el que ha vivido muchos buenos momentos

“Pasan los años, pasan los jugadores, pero lo que no pasa, Pucela, es mi pasión”, reza uno de los muchos cánticos de los aficionados blanquivioleta. Precisamente, por el Promesas han pasado cientos de jugadores y dos decenas de entrenadores en los últimos 25 años, los que lleva José Ramón Yarza como delegado en el filial del Real Valladolid. Un cuarto de siglo cargado de pasión y buenos momentos, dentro del total de 32 temporadas que acumula en el Club.

Yarza recuerda que llegó a la estructura gracias al difunto Eduardo Endériz, futbolísticamente conocido como ‘Cacho’. “Antonio Santos también me conocía y por aquel entonces estaba Fernando Redondo”, apunta. De esta manera comenzó su andadura en el Club, donde se estrenó en el Juvenil para después pasar al Promesas con Javier Yepes. Precisamente, esos son los primeros en la larga lista de entrenadores con los que ha compartido estos años: “García, Pepe Moré, Antonio Gómez, Egea, Alfredo Merino, Paco de la Fuente cuando acompañé al Femenino alguna vez, Manolo Retamero, Torres Gómez, Rubén de la Barrera, Rubén Albés, Borja Jiménez, Onésimo, Miguel Rivera, Carlos Pérez…”.

Por supuesto, también menciona a Javier Baraja, de quien considera que “puede llegar arriba”. Además de estos, guarda buen recuerdo de Jorge Alonso y Julio Hernando; aunque, sobre todo, destaca las figuras de Paco Torices y Pedro Coria, actuales delegado de campo y directivo-delegado del Promesas, con quienes lleva más tiempo trabajando codo con codo.

Un cuarto de siglo que siempre ha estado marcado por su mayor ilusión: “Cuando pasa un chaval al primer equipo”. Lo sentimental se impone, ya que comparte varias horas al día con los jugadores, lo cual le supone “una alegría”. “Siempre me he llevado bien con ellos. A todos les tengo aprecio y cariño, aunque cuantos más años llevan ese sentimiento es más grande”, señala. De los cientos con los que ha compartido experiencias, destaca a “Toni, César Sánchez, Benjamín, Chuchi Macón, Turiel y los hermanos Baraja”, quienes han pasado muchos años entre Anexos y Zorrilla. De igual manera que Agustín Villar, que falleció “siendo todavía joven” y a quien lleva también en su corazón

Anécdotas
Con mil anécdotas en su cabeza, la primera que se le viene es la del ascenso a Segunda B en 2005. El Promesas superó en aquella eliminatoria al CD Lugo, a quien derrotó en Zorrilla por 4-1 con dos golazos de Rivas y Otero y otros tantos de Ortiz y Álex Simón. Aquel encuentro se disputó justó después del último partido de la temporada del primer equipo, una semana antes de que el filial blanquivioleta, entrenado por Alfredo Merino, retornara a la categoría de bronce tras empatar (0-0) en el Anxo Carro.

“Fue muy bonito. En el viaje de vuelta paramos en Ponferrada a comer pulpo”, recuerda entre risas. Aunque la anécdota más destacada se produjo poco antes de llegar a Valladolid. “Nos paró la Guardia Civil. Los agentes subieron al autobús y, cuando vieron a equipo, reconocieron el ascenso”, cuenta. Un trayecto que finalizó en la fuente de la Plaza de la Rinconada, donde la plantilla se bañó para festejar el logro.

También se acuerda del último ascenso a Segunda B, el conseguido en 2014 en el campo del Somozas. El Promesas se impuso por 3-1 en la ida y, pese a caer en la vuelta (2-1), consiguió su objetivo. “Javi Torres era el entrenador y ascendimos porque Julio Iricibar paró un penalti en los minutos finales”, comenta con una sonrisa.

Un ascenso que no se produjo en la temporada 1996/1997, aunque en aquella ocasión el filial blanquivioleta ya estaba en Segunda B. “Estábamos con Pepe Moré y no jugamos el play-off por golaveraje”, lamenta. Así, el conjunto pucelano se quedó a las puertas de pelear por subir a Segunda, tras empatar a 61 puntos con el Lemona, quien le arrebató la plaza. Pese a todo ello, Yarza guarda en su memoria aquel curso. 

Evolución
El fútbol ha cambiado mucho desde que arribó al Club. De sus inicios recuerda “los viajes a Galicia o Barcelona”. “Tenías que estar 7 o 9 horas en el autocar”, cuenta, pero apunta que “se hacían con mucho gusto”. Los trayectos han continuado a lo largo de los años, pero la mejora de las carreteras ha reducido el tiempo, lo cual agradece al realizar desplazamientos cada dos fines de semana.

En cuanto a lo más puramente futbolístico, el delegado del Promesas reconoce que “es totalmente diferente ahora”. “Todo se maneja a través de ordenadores. Sabes cómo juega el equipo contrario. En aquel momento era lo que veías en los primeros minutos de partido o por amistades entre entrenadores. Antes era más bonito, pero hay que adaptarse”, expresa.

Echando la vista atrás, relata que cuando llegó al Real Valladolid en los Anexos no había vestuarios. “Había que cambiarse en el Estadio. Los equipos y los árbitros subían entre el público. Ahora seguramente sería inviable”, señala entre risas. Respecto a los campos, apunta que el de hierba artificial donde juega el Promesas actualmente “era de tierra”.

La buena dinámica del Promesas esta temporada -cuarto clasificado con 47 puntos- le ha permitido pelear por el play-off de ascenso a Segunda. Sin saber lo que ocurrirá con el desenlace del curso, aspira a conseguir el sueño de subir a la categoría de plata. “Sería un orgullo. Me gustaría mucho porque he estado en el barro en Tercera", asegura. De momento, a lo largo de este cuarto de siglo en el filial blanquivioleta han pasado los años y los jugadores, pero en el equipo continúan Yarza y su pasión.