Tiene cara de niño bueno. Educado. Amable. Pero cuando le llega un balón cerca del área es malísimo. Para los rivales, claro. Haris Medunjanin tiene ángel y es capaz de hacer cosas que otros no son capaces ni de imaginar. Los aficionados al Pucela ya lo saben. Los rivales ya lo temen. Contra el Sporting, el bosnio volvió a destapar el tarro de las esencias y dio una victoria de oro al Pucela.
El bueno de Haris es un mago. En el mundo del fútbol, tan dado a poner motes, le empezaron a llamar Harry nada más llegar a Valladolid. Apostó fuerte y se hizo con un hueco en la plantilla con tan sólo una semana a prueba. Olabe descubrió su calidad y Mendilibar le vio más que capacitado para jugar en España. A pesar de que el técnico le exige más en defensa -sabe que tiene madera de crack y quiere que dé el máximo-, sin duda es uno de los ojitos derechos de aficionados y compañeros. Por algo algunos le llaman Haris Potter. Sesma se lo repite mucho en los entrenamientos. Y Medunjanin, convocado recientemente con su selección nacional, devuelve el cariño con lo que mejor sabe hacer. Mostrando su deslumbrante técnica y marcando goles que valen su peso en oro.
Un breve repaso a la videoteca sirve para darse cuenta de que el centrocampista no sabe anotar dianas feas. Los goles en el amistoso de Villarreal -que le valieron un contrato de tres años-, la vaselina al Almería, el pase a la escuadra ante el Deportivo, el zapatazo en Cornellá-El Prat... Haris Potter es un mago. Capaz de levantar un Estadio con un solo gesto, Medunjanin dibuja arte con sus botas. Medunjanin no pasa, envía declaraciones de amor a sus compañeros. Medunjanin no dispara, entona un hechizo envenenado ante el que los rivales no pueden hacer más que aplaudir.
Fotografía (Gonzalo Martín): En portada, Haris Potter dispara para superar a Juan Pablo tras dejar sentados a dos rivales; arriba, el bosnio celebra el gol conseguido ante el Sporting.